Vivaldi fue la disculpa para disfrutar, ayer en Oviedo, de las estaciones porteñas. Porque la orquesta "Les Dissonances", que protagonizó una aplaudida jornada de "Los conciertos del Auditorio", ofreció unas "8 estaciones" juveniles, corpóreas, frescas, ensambladas, plenamente camerísticas y sin historicismos barrocos, simplemente disfrutando con Vivaldi y Piazzola, jugando con dinámicas y rubato sin complejos en ambos por igual. Licencias otoñales del solista con Don Antonio preparando el invierno de Don Astor inmejorable en una visión global sin hemisferios que cerró el clave retomando una primavera veneciana. Cabe destacar el cello solista de Levionnois en el otoño bonaerense y mejor respuesta de David Grimal con Vivaldi. Aunque el verdadero entendimiento sonoro de Grimal fue con el concertino Chilemme donde el violín demoniaco hizo olvidar un bandoneón soñado. Realmente disfrutamos "Las ocho estaciones de Grimal" con "Les Dissonances", aunque Piazzola fue azul como el Oviedo y el Auditorio casi como el Tartiere. La prórroga, de Vivaldi.