Con las célebres palabras "Llamadme Ismael" comienza uno de los viajes literarios más trepidantes de la historia de la literatura, una aventura a través del inabarcable mar en busca de un cachalote blanco llamado Moby Dick, que da título al libro escrito por el estadounidense Herman Melville. La captura de este "leviatán" de los océanos es la obsesión del capitán Ahab, hombre duro como el granito al mando del barco ballenero "Pequod" que está dispuesto a descender a los abismos con tal de dar caza al agresivo monstruo marino. Fue John Huston, en 1956 y ayudado por el guión del escritor Ray Bradbury, el encargado de llevar a la gran pantalla esta historia, en la que también aparece el gran Orson Welles, con la que consiguió una de las obras maestras del cine de aventuras, gracias en parte a la interpretación de Gregory Peck que encarna la obsesión y las ansias de venganza del patrón marino. Ningún joven de hoy en día podrá, una vez comenzada la lectura de la novela, levantar los ojos de las páginas de una obra publicada en 1851. Y después podrá disfrutar del placer de compararla con la producción cinematográfica y descubrir así el riquísimo e inagotable juego de las adaptaciones artísticas.