Historiador de la Antigüedad y arqueólogo clásico, Antonio García y Bellido es figura de gran relevancia para Asturias porque suyos fueron los primeros trabajos arqueológicos que sacaron a la luz y dieron proyección internacional a los castros de Coaña y Pendia. Aquellos primeros estudios sirvieron para desvelar la importancia de los castros y contribuyeron a incluir los yacimientos en la cartografía de los pueblos antiguos de la Europa moderna, pero también fueron el nexo que unió para siempre a García y Bellido con Asturias, que ahora le devuelve una pequeña parte de su esfuerzo y dedicación con la celebración esta semana del "Día de García y Bellido en Asturias", un conjunto de actos académicos organizados por la Universidad de Oviedo y el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), entre otras instituciones, y al que asistirán expertos de toda España.

El programa se desarrolla a partir del jueves, día 15, con una conferencia, en el RIDEA, del biólogo Antonio García-Bellido García de Diego, hijo del arqueólogo y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, en la que realizará una semblanza personal de su padre y de los vínculos familiares establecidos con esta tierra. La jornada académica tendrá lugar el viernes en el Aula Magna del edificio histórico de la Universidad de Oviedo y contará con la participación de destacados especialistas en arqueología castreña que darán a conocer los avances producidos en el campo de la investigación protohistórica y las líneas de estudio más actuales en la región.

Discípulo de Manuel Gómez Moreno y de Hugo Obermaier -con este último publicaría "El hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad"- García y Bellido (Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1903-Madrid, 1972) alcanzó la cátedra de Arqueología clásica en la Universidad de Madrid en 1931 cuando ya había iniciado una carrera investigadora que afianzó en Alemania, pero que lo llevó por toda Europa, especialmente a Italia y Grecia. A sus investigaciones centradas en el mundo clásico sumó los estudios de las diferentes culturas que se asentaron en el solar hispano en la antigüedad, con especial interés en fenicios y cartagineses en los que estaba enfrascado cuando le surge la oportunidad de ocuparse de un yacimiento castreño en el occidente asturiano.

García y Bellido llegó a Asturias en 1940 respondiendo a la llamada de Juan Uría, catedrático de historia antigua y medieval de la Universidad de Oviedo, quien le ofrece la dirección de las excavaciones de Coaña. Uría, que había indagado entre los restos que aquellos potentes muros, consideraba que la riqueza histórica que escondían necesitaba de los conocimientos de un investigador de solvencia acreditada y no dudó en llamar a la puerta de uno de los mayores expertos del momento. García y Bellido era una autoridad en la materia y contaba ya con una importante obra científica sobre la cultura ibérica, el arte hispano romano y los pueblos que se asentaron en la península durante la antigüedad.

Había otro atractivo que podía convencer al catedrático madrileño para dejar por un tiempo sus viajes europeos en épocas no docentes y trasladarse al occidente asturiano. A comienzos de los años 40 del pasado siglo, la naturaleza de las poblaciones de los castros era una incógnita que los estudios trataban de aclarar y que protagonizaba muchos debates académicos. Así que ese interés por saber si habían sido los Celtas los habitantes de los castros del noroeste peninsular estuvo detrás de la apuesta por Asturias y fue en parte lo que movió a Uría y García y Bellido a plantearse la excavación de Coaña. Ambos ansiaban encontrar una respuesta que, como señaló recientemente María Paz García-Bellido García de Diego, hija del arqueólogo, permitiera "definir pueblos y crear un mapa étnico y cultural de la península", lo que traía de cabeza a los científicos europeos.

La publicación de los resultados tanto en España como fuera de ella convirtieron el yacimiento de Coaña en referencia indispensable para el estudio de los pueblos de la Edad del Hierro en la Península Ibérica y de la presencia del Imperio Romano, cuestiones de máxima actualidad a mediados del siglo pasado entre los historiadores.

Casi ochenta años después de aquella primera campaña arqueológica en Asturias, el homenaje a García y Bellido culmina el sábado por la mañana con la visita guiada al castro de Coaña, un emblema de la cultura castreña asturiana que ha estado presente durante más de treinta años en la vida del arqueólogo y hoy sigue en la memoria de su familia, como recordó su hija María Paz García-Bellido durante los "Coloquios de Arqueología en la cuenca del Navia" celebrados en 2002 en Oviedo. Cuenta la directora del departamento de historia antigua y arqueología del centro de estudios históricos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que Coaña dejó en su casa, en los seis hermanos, "recuerdos profundos y llenos de nostalgia..." lo que atribuye en parte al dibujo original que presidía el despacho de su padre. Aquel grabado de Coaña era el foco de su atención ante las explicaciones de su progenitor sobre aquellas casitas redondas, con estancias para el ganado, un mundo que para los niños debía de tener mucho de aventura.