El descenso de la fertilidad y el retraso en la edad de la maternidad, dos realidades bien conocidas en Asturias, lejos de convertirse en un problema se han transformado en una oportunidad para la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). La presión por los nuevos modelos de familia ha animado a los responsables de esta unidad con más de tres décadas de historia a profundizar en la investigación, conectando los primeros pasos profesionales de los doctorandos que salen de la Universidad de Oviedo con la actividad clínica. "La presión que recibimos es enorme, se nota por la lista de espera [unos 18 meses]", explica su responsable, Plácido Llaneza, catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Oviedo, quien celebra el interés en los últimos años por la realización de tesis ligadas a este departamento. Carmen Fernández Ferrera, David Llaneza, Noelia Pérez y Vanessa Castañón son los más recientes. David y Noelia son biólogos; Carmen y Vanessa, ginecólogas. A Llaneza le satisface ver la interacción de diferentes áreas que han logrado en la FIV, a la que están vinculados de forma permanente cuatro ginecólogos, dos biólogos y tres enfermeras "que son el alma de la unidad; están todos muy involucrados en la investigación", remarca el profesor Llaneza.

Dos tesis fin de máster sobre los parámetros de éxito de los ciclos de reproducción asistida y un proyecto en ciernes, pendiente de financiación regional, para el estudio de la microbiota intrauterina, son sólo algunos de los resultados de una I+D que en su caso ya no se encuentra en estado embrionario. "Se hace mucha y muy buena investigación", celebra Llaneza rodeado de sus discípulos. Vanessa Castañón en la doctoranda más reciente. En su tesis -en desarrollo- analiza la influencia de factores ambientales, entre ellos la contaminación, sobre el éxito de las técnicas de reproducción asistida en Asturias. De los primeros datos que ha podido recabar, explica, se observa que la reducción de las tasas de fertilidad era distinta en función de la zona geográfica estudiada. ¿Es posible que la contaminación altere las tasas de fecundidad? "Hay que ver el lugar de residencia, el posible contacto con agentes tóxicos, los hábitos de vida... Existen estudios previos donde se observa que las tasas de éxito en la reproducción asistida son distintas en zonas urbanas y en zonas rurales", apunta la bióloga. Su trabajo pasa por evaluar los efectos en la reproducción asistida de los denominados disruptores endocrinos, que son sustancias químicas contaminantes ambientales que una vez dentro del organismo modifican el equilibrio de las hormonas y que puede tener consecuencias en la salud reproductiva.

El estudio viene derivado del aumento del número de pacientes que se dirigen a la FIV. Llegan, según el profesor Llaneza, por el retraso en la edad de la maternidad, la peor calidad seminal y los nuevos modelos de familia. "Para nosotros ya fue un cambio sustancial el traslado al nuevo hospital", dice, pero también la modificación del concepto de tratamientos que proveían a sus pacientes: "Hablamos de fertilidad, no de infertilidad", aclara el catedrático. "La presión ha aumentado con los nuevos modelos de familia. Recibimos a mujeres solas, parejas homosexuales o personas que quieren preservar su fertilidad aunque el sistema público solo cubre casos oncológicos", detalla el responsable de la FIV.

La experiencia y la trayectoria de casi tres décadas [guardan embriones congelados de 1991] les ha permitido colocarse en primera línea de investigación. El biólogo David Llaneza ha estudiado la relación entre la edad y el aumento de masa grasa en los resultados de la fecundación in vitro, que supone un importante gasto económico y emocional para las parejas que no logran la gestación. Como Vanessa Castañón ha analizado otro parámetro hormonal, el de la lectina, bajo el auspicio del profesor Celestino González, del área de Biología Funcional. "Buscábamos cómo mejorar las gestaciones", apunta el joven, "da la sensación de que la obesidad juega un papel fundamental en la reproducción".

La ginecóloga del HUCA Carmen Fernández optó por profundizar en el ámbito de las emociones. Acaba de presentar su tesis sobre los niveles de resiliencia ante las técnicas de reproducción asistida a partir de una muestra de 208 mujeres. Con su trabajo -que ha compaginado con la práctica clínica y la crianza de un bebé de poco más de un año- ha querido radiografiar las alteraciones emocionales a las que se exponen las parejas que se someten a un tratamiento de fecundación in vitro y que abarca desde estados depresivos a alteraciones del sueño.

El éxito de la resiliencia

Fernández ha podido concretar si un buen nivel de resiliencia -la capacidad humana para superar la adversidad- repercute positivamente en determinadas enfermedades. De hecho, explica, esa capacidad para adaptarse a circunstancias turbulentas ayuda a superar el estrés que supone el hecho se someterse a técnicas de reproducción asistida. "A más resiliencia, más posibilidades de un resultado exitoso", dice Fernández.

A Noelia Pérez, también ginecóloga, en el Hospital de Cabueñes, le interesaba explorar las principales complicaciones obstétricas de las técnicas de fecundación in vitro. Con una muestra de 140 gestantes por FIV y otras tantas de gestación espontánea pudo constatar que las gestaciones obtenidas tras técnicas de reproducción asistida ofrecen una mayor prevalencia de diabetes gestacional, estados hipertensivos del embarazo, riesgo de parto prematuro para la realización de una cesárea y malformaciones en el feto.

Trabajos como el de David Llaneza y el de Vanessa Castañón han situado a la Unidad de Reproducción Asistida del HUCA en primera línea de investigación. Sus trabajos han visto la luz en revistas de alto impacto como "Fertility & Sterility" y en congresos mundiales sobre fertilidad como el celebrado el año pasado en San Antonio (Texas). "Son trabajos que implican mucho esfuerzo personal de los doctorandos", dice Plácido Llaneza, "a veces en condiciones difíciles". Todo, continúa el responsable de la unidad, por lograr mayores tasas de éxito del parámetro que en reproducción asistida llaman "niño en casa", que significa que la gestación llega a buen término.