El broche de oro a la jornada sobre arqueología castreña lo puso la numismática María Paz García-Bellido, investigadora "Ad Honorem" del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) e hija de Antonio García y Bellido, quien aportó datos biográficos inéditos de su padre y materiales de singular relevancia.

Para empezar, García-Bellido reveló que su padre estuvo excavando en el entorno de la iglesia de San Pedro y las termas de Gijón en el verano de 1939, varios meses antes de empezar la primera campaña en Coaña. La prueba la encontró María Paz García-Bellido en una fotografía que retiró de un álbum familiar para preparar su intervención en la jornada. En la imagen aparece su madre con sus dos hermanos mayores, Antonio y Carmen, en la playa de San Lorenzo, con las ruinas de la iglesia de San Pedro (destruida durante la Guerra Civil) al fondo. Al dorso de la imagen, Antonio García y Bellido había datado la foto, tomada el 30 de julio de 1939, y hacía alusión a las ruinas, que en ese momento aseguraba estar excavando.

María Paz García-Bellido limitó la importancia de la intervención de su padre en Gijón, que calcula que debió reducirse a un mes, más o menos. Pero se produjo en un momento crucial, en el origen mismo del debate sobre la reconstrucción del templo gijonés y el diálogo que habría de mantener con los restos romanos.

Además de esta revelación, María Paz García-Bellido compartió con los asistentes a la jornada parte de la correspondencia de su padre. A través de las cartas, se aprecia la excelente relación del arqueólogo con las instituciones y la sociedad asturianas. "Todo eran facilidades, es admirable", afirma García-Bellido, que contrapone esa buena relación con las trabas, eminentemente administrativas, que suponía trabajar con las instituciones de ámbito nacional.

Otro bloque importante de la correspondencia son las cartas de Juan Uría Ríu, un conjunto de gran importancia que demuestra la relación fraternal entre los dos investigadores y en el que se pueden rastrear las reacciones científicas, en el ámbito nacional e internacional, por la excavación del casto de Coaña.

Por último, García-Bellido recuperó una misiva anecdótica, pero que deja clara la alta estima que se tenía por su padre en Coaña: es la carta del guarda del castro que, a principios de los años 40, le pide que interceda porque no le llega la paga y ha de alimentar a sus hijos.