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Triple aniversario en Covadonga | El santuario de Asturias (3)

Donde habita el corazón de los asturianos

En el Muséu del Pueblu d'Asturies hay un gran volumen de fotografías que constatan el atractivo del real sitio para peregrinos y excursionistas

Donde habita el corazón de los asturianos

La conexión de los asturianos con el real sitio de Covadonga va más allá de la fe, la ideología o la reivindicación histórica. Actos tan arraigados como ir a ese enclave entre las montañas a bendecir un coche nuevo son indicativos de esa conexión especial, patente desde hace siglos.

La condición de Covadonga como destino preferente de excursiones y peregrinaciones, tanto de asturianos como de foráneos, queda de manifiesto en la exposición "Covadonga y la fotografía. Fondos de la colección del Muséu del Pueblu d'Asturies". Una muestra organizada por la Consejería de Cultura y el museo gijonés que se presenta el próximo 16 de marzo en el Museo Arqueológico, y de la que LA NUEVA ESPAÑA ofrece un adelanto a sus lectores.

"Covadonga ocupa, desde hace trece siglos un lugar privilegiado en el corazón de los asturianos ya vivan dentro o fuera de nuestra tierra. Si hay un lugar que una a creyentes y no creyentes y con el cual nos sentimos todos identificados ese es Covadonga", sostiene Javier Remis Fernández, del Museo de Covadonga.

A su peso histórico y religioso se une, además, un extraordinario paisaje, algo que Remis destaca. Aunque hay noticias de peregrinaciones al menos desde el siglo XVI, es a partir de la visita de Isabel II, en 1858, cuando se mejoran las comunicaciones con el real sitio. "Tras los actos conmemorativos del centenario de la coronación canónica de la Virgen (1918) es cuando comienzan a prodigarse las cregrinaciones parroquiales, de Congregaciones, como las Marías de los Sagrarios, los Caballeros de Covadonga, la congregación de Nuestra Señora de Covadonga y San Ignacio de Loyola, de Gijón. También de grupos de catecismos, 'boy scouts', colegios, trabajadores de empresas o industrias", explica Remis.

A partir de los años veinte, continúa Remis, "el fotógrafo José González Merás retrata a la mayor parte de las peregrinaciones que acuden al Santuario Covadonga. Fue el fotógrafo oficial del Cabildo en esa época y su condición de Beneficiado le facilitó ese protagonismo". Cada grupo que pasaba por el santuario posaba para Merás, que replica sus encuadres: "Gentes, personas o familiares solían fotografiarse en el jardín del Príncipe, situado frente a las casas de los canónigos y con la basílica al fondo, o bien en la almena entre el Gran Hotel Pelayo y la entrada a la Santa Cueva. Y las grandes peregrinaciones preferentemente tenían dos espacios reservados: en la explanada bajo la Santa Cueva o en las escaleras que suben hacia la Colegiata de San Fernando".

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