De Luther nos gustó casi todo en su primera y segunda temporada: el personaje caído en desgracia de Idris Elba, un policía de métodos poco convencionales y vida íntima devastada, la villana de cerebro privilegiado con la que mantenía una relación de odio que se asemejaba peligrosamente sino al amor sí a las atracciones peligrosas, los giros de guión en los que nada era lo que parecía y en cualquier momento todo podía saltar por los aires en un mundo de corrupciones generalizadas, venganzas sin fin y violencia desatada. El creador de aquello se llama Neil Cross y se ganaba un lugar en la lista de talentos a seguir la pista. Y ahora vuelve a la carga con Hard sun, una producción más ambiciosa en el sentido de que amplía los horizontes genéricos y, aunque conserva su querencia por los policías de vida tormentosa y atormentada y los malvados de argumentos inquietantes por la convicción con la que los manejan se embarca en una aventura que carga los tintes apocalípticos con trasfondos de conspiración gubernamental y sombrías profecías de cara al futuro que nos desespera. Esto es: el Sol se está apagando y a la Tierra le quedan cinco años de vida. Y, claro, a las autoridades no les conviene que se sepa para que no cunda el pánico y se extienda el caos. ¿Qué leyes se van a respetar si el mundo sabe que se acaba?

Es un escenario propicio para las mentes perturbadas campen a sus anchas pues, si no hay miedo a la ley ¿qué les impide dar rienda suelta a sus instintos criminales? Eso le sale muy bien a Cross: poner en escena a mentes criminales que razonan con brillantez sus salvajadas y que sueltan por esa boca tóxica todo lo que muchos ciudadanos corrientes quisieran decir pero no se atreven (memorable el choque de un asesino con una encuestadora callejera). Apuesta fuerte la serie por plantear un enfrentamiento de dos protagonistas condenados a entenderse en cuanto las cosas se ponen duras y todo el mundo conspira contra ellos por separado. Ella es una policía con un pasado brutal (tiene un hijo fruto de una violación, y es un hijo violentísimo que intenta matarla ya en la primera y escalofriante escena) y él parece un agente irreprochable con una familia ideal pero al poco tiempo nos vamos enterando de que tiene una doble vida y que, además, es sospechoso de haber matado a su mejor amigo por... Dejémoslo en el aire. Lo cierto es que Jim Sturgess y Agyness Deyn cumplen a la perfección con el difícil cometido de mantener una tensión no sexual pero electrizante en la que no se escatiman peleas brutales que los dejan toda la serie con señales en la cara. No hay apenas humor en Hard sun, que achicharra expectativas del espectador rompiendo la linealidad de la trama (se pasa de un psicópata a otro sin contemplaciones) y se oscurece hasta extremos tenebrosos en el conflicto moral que acosa a un cura al que un asesino en serie somete al suplicio de contarle sus fechorías sabiendo que el secreto de confesión le protege hasta que... Lo dejo en el aire. Lástima que el final sea un poco confuso y atolondradamente apocalíptico, pero la experiencia vale la pena.