Harper Grayson había visto arder en la tele a un montón de gente, como todo el mundo, pero la primera persona a la que vio quemarse en vivo fue en el patio de detrás del colegio.

Joe Hill es hijo de Stephen King. Conviene advertirlo para dejar claro que tiene unos genes narrativos privilegiados. También es necesario puntualizar que aún le falta crecer para hacerle sombra a su padre. King es mucho King y Hill hace bien en no tirar del apellido para ganarse adeptos. Lo que sí domina es su capacidad inicial para llamar la atención: el mundo está carbonizado. Una imagen poderosa de la que partir. Algo que papá domina como nadie. No estamos hablando de un fuego encendido por la mano del nombre. Aunque la raza humana tiende a la autodestrucción, como vemos cada día en los telediarios, aún no es capaz de extender una plaga tan devastadora: la Trichophyton draco incendia. Escama de dragón para el común de los mortales: una espora que llena la piel de los infelices contagiados de manchas negras y doradas, símbolo de un fuego que no cesa, preámbulo del desastre: quien sufre el mal, arde. Literalmente. La temperatura sube y sube y sube. Las llamas lo consumen y no hay nada que pueda hacerse. Espanto, sí. Ante los ojos de la enfermera Harper Grayson se han desarrollado cientos de casos horripilantes, pacientes por los que no puede hacer nada, salvo contemplar el terrorífico momento en que el fuego los devora. Grayson está embarazada y desesperada porque si piel empieza a mostrar signos de contagio. A su alrededor todo es destrucción, caos, pánico. Los enfermos son perseguidos por sanos fanáticos para intentar atajar la plaga. Como sea. Sobrevivir o arder. La enfermera contactar con un enigmático extraño vestido de bombero y que tiene las marcas de la esposa. Pero el fuego le respeta. Es más: lo utiliza en su beneficio para proteger a las víctimas y atacar a los verdugos. El bombero es la única vía de escape para Grayson. Y hasta aquí puedo leer.

Hasta ahora, Joe Hill se había desenvuelto por escenarios distintos con las novelas El traje del muerto, Cuernos o NOS4A2: Nosferatu, además de libros de relatos como Fantasmas y cómic como Locke & Key). Agradecido, deja claras sus influencias en la dedicatoria: " J. K. Rowling, cuyas historias me enseñaron a escribir esta; P. L. Travers, que tenía la píldora que me hacía falta; Julie Andrews, que me dio un poco de azúcar para ayudarme a tragarla; Ray Bradbury, de quien robé mi personaje; mi padre, de quien robé todo lo demás; y mi madre, que me enseñó casi toda la micología (y mitología) en la que me he basado para escribir esta historia. Aunque la Trichophyton draco incendia es invención mía, mi madre os diría que casi todas las características de mi espora ficticia pueden encontrarse en la naturaleza". Dicho lo cual, hay que resaltar la capacidad de Hill para fragmentar su voluminosa novela con capítulos cortos en los que se entrecruzan historias, personajes y peripecias con soltura, administrando bien los diálogos y haciendo que la tensión dramática vaya creciendo de forma progresiva y metódica. El resultado es una novela que se toma el desasosiego muy en serio. No se verán las manchas que aparezcan en la piel de la misma forma después de cerrar el libro. Quien sabe?