Genarín o San Genarín para los asturianos, es una de las procesiones más conocidas y concurridas de la ciudad de León. Sin embargo, no es una procesión común, de hecho no se incluye en el programa religioso oficial de la Semana Santa de la ciudad vecina. Se trata de una procesión laica que sirve como excusa para salir de fiesta por las calles de la capital leonesa.

Se celebra todos los años en la madrugada del Jueves al Viernes Santo, este año del 29 al 30 de marzo, en las calles del barrio Húmedo. La procesión organizada por la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, empieza a la 1 de la madrugada, aunque ya antes de la hora de cenar las calles de León se encuentran abarrotadas de gente.

Desde Asturias, son varias las agencias que preparan autobuses organizados para ir y volver a León en el día y disfrutar de la fiesta de Genarín. Es necesario comprar los billetes con antelación ya que cada año cientos de asturianos se apuntan a esta celebración. Normalmente, los autobuses salen de las distintas ciudades asturianas a primera hora de la tarde y regresan en torno a las 7 de la mañana del viernes. Además, ALSA amplía sus servicios y lanza numerosas ofertas.

¿Quién fue Genarín?

Genarín Blanco Blanco (apellidos comunes de los huérfanos de León) fue un pellejero de la ciudad conocido por su afición al orujo y a las mujeres. La noche del Jueves Santo de 1929, Genarín murió atropellado por el camión de la basura cuando se encontraba orinando en el tercer cubo de la muralla.

Un año después, un grupo de cuatro hombres, llamados los “cuatro evangelistas”, decidieron en la misma noche de su muerte, rendir homenaje a Genarín bebiendo orujo y recitando versos en su honor. Con el tiempo, este homenaje fue ganando popularidad y se creó la Cofradía de Nuestro Padre Genarín.

La noche del Jueves Santo, los cofrades se reúnen para cenar en uno de los restaurantes de la Plaza de San Martín y dan comienzo a los ritos de celebración. Una vez concluidos, se dirigen a la Plaza del Grano para comenzar la procesión al ritmo de:

“Y siguiendo sus costumbres

Que nunca fueron un lujo,

Bebamos en su memoria

Una copina de orujo”