La primavera, la sangre altera, dice el refranero. Además, las variaciones psicosomáticas que muchos sienten con la entrada en la nueva estación pueden verse acrecentadas con el cambio de hora que tendrá lugar en la madrugada del domingo 25 de marzo.

Estas alteraciones no afectan a todos por igual. Dependiendo de diversos factores como la edad, el ritmo de vida que cada cual tenga o por su propia naturaleza, algunos las sentirán menos que otros. Pero, ¿cómo conseguir que el adelanto de la hora afecte lo mínimo posible a las rutinas?

El cambio de hora influye principalmente en las horas de luz de las que se disfrutará desde ese punto en adelante. Amanecerá más tarde y anochecerá más tarde también; y esto pasará de repente, de un día para otro, sin previo aviso para el cuerpo. Nuestro organismo, que regula su ciclo diario principalmente mediante la luz solar, puede sentirse desorientado al principio.

Los perjuicios del cambio horario suelen ser leves y de carácter transitorio. Los principales son las alteraciones en el sueño, un aumento en la sensación de cansancio, una mayor irritabilidad o irascibilidad, cambios en el estado de ánimo, etc. Para minimizar este despiste general, podemos seguir una serie de sencillos consejos que nos ayuden a entrar con buen pie en el horario de verano. Toma nota:

  1. Mantén la regularidad en los horarios: es decir, no te guíes plenamente por si sientes sueño o hambre. Haz caso al reloj. Si marca las dos de la tarde, seguramente sea buena idea hacer la comida, aunque no tengas tanto apetito como otros días a esta hora. Si sueles acostarte a las 23:00 horas, no lo retrases aunque sientas menos sueño de lo habitual.
  2. No cenes justo antes de ir a la cama: lo mejor es que entre la última comida del día y el momento de dormir pase un lapso de unas dos horas, que permitan que la digestión no afecte a la calidad del sueño.
  3. No recurras a fármacos: si te metes en la cama sin sueño, será normal que no lo concilies con tanta facilidad como otros días en los que estás exhausto. Sé paciente, y si Morfeo no atiende a la llamada del sueño, recurre al clásico vaso de leche caliente, pero pasa de los medicamentos.
  4. Evita consumir productos estimulantes: deja a un lado la cafeína, el alcohol, el tabaco y otras sustancias que aceleren el organismo. No harán más que contribuir al desbarajuste.
  5. No eches la siesta: a todos nos gusta echarnos un ratito después de comer, pero por un día o dos, procura no hacer la siesta. De este modo, llegarás más cansado a las horas de la noche y conciliarás mejor el sueño.
  6. Practica ejercicio físico moderado: lo mejor es practicarlo por la mañana, o al menos tres horas antes de acostarse, no después. El ejercicio contribuye a la forma física, pero también a sentirse mejor mediante la liberación de endorfinas, a relajarse y a descargar tensiones.
  7. Lee por la noche en vez de ver la tele: la televisión, la música de tempo acelerado, los videojuegos o navegar por internet acaparan toda la atención del cerebro, son altamente estimulantes y muchas veces nos impiden conciliar el sueño con facilidad. Leer o poner música lenta con el volumen bajito ayudarán a relajarse.
  8. No tengas referencias horarias cerca: el tic-tac del reloj, la luz del reloj digital o el simple hecho de tener cerca la hora y abrir los ojos para ver cuánto tiempo llevas intentando conciliar el sueño, harán que el tiempo pase más lento y supondrán una molestia.