El Viernes de Dolor culminó en Oviedo con un concierto extraordinario en todos los sentidos. Eso fue el "Stabat Mater" de Antonín Dvorak a cargo de la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA), patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA y con Perry So de nuevo en la dirección de la orquesta, lo que es sinónimo de claridad y energía contagiosa.

A esta alianza se sumó la Sociedad Coral de Bilbao, con una media de edad alta en los graves y algo más joven en las blancas, repitiendo lo escuchado el pasado año en "Musika Música" del Euskalduna con el barítono asturiano David Menéndez, esta vez escoltado por la soprano Isabel Rey, la mezzosoprano Ana Ibarra y el tenor Pablo Bemsch. El cuarteto se reveló solvente, empastado y con intervenciones solistas y dúos verdaderamente emocionantes, con mención aparte para la mezzo y un "Inflammatus" divino.

El público del Auditorio, que registró una buena entrada, dio su pláceme al conjunto. También se pudo comprobar que lo bien hecho siempre funciona: hace un año, presumimos de asturianía, por nuestra orquesta y barítono, con un maestro So inconmensurable para cosechar en Bilbao un merecido éxito, aunque con la advertencia de que todo es mejorable. Se ha confirmado así, porque reposar la partitura este año y retomarla ahora le dio el poso necesario a todos para redondear este Dvorak donde el dolor personal y el biográfico encuentran la esperanza en la belleza. Así lo entendió el público, que despidió a músicos y cantantes entre cálidos aplausos.

Un éxito que se suma al que esta misma formación, con idéntico programa, cosechó en la noche del jueves en el Teatro Jovellanos de Gijón, que fue la otra sede de este concierto de Semana Santa extraordinario por razones de calendario y, también, de calidad.