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La situación del gran museo asturiano (3)

El freno a la segunda fase de la ampliación condiciona el futuro del Bellas Artes

La pinacoteca carece de tienda, cafetería, salón de actos y almacenes operativos al no completarse la reforma diseñada por Patxi Mangado

Yuri Nasushkin, en pleno concierto en el atrio de la ampliación el día que se inauguró la muestra con las obras donadas por Plácido Arango. IRMA COLLÍN

La ampliación del Museo de Bellas Artes de Asturias, diseñada por Patxi Mangado, ha situado a la institución en el lugar que le corresponde entre los grandes museos españoles. Su impacto es constatable en el número de visitantes, que desde la apertura de las nuevas instalaciones, mañana hará tres años, ha batido todos sus récords de asistencia. Pero se trata de una ampliación inconclusa, que ha dejado "cojo" al inmueble, y cuya parálisis condiciona el futuro crecimiento de la institución.

Antes de la ampliación, el museo estaba contenido únicamente en el palacio de Velarde y la casa de Oviedo-Portal. A estos inmuebles se añadieron otros cinco situados en la calle de la Rúa y el lado meridional de la plaza de la Catedral. El proyecto se encomendó al arquitecto navarro Patxi Mangado, que ideó una ampliación en varias fases, sintetizadas luego en dos. En una primera intervención se acometería el grueso de la ampliación, con la intervención sobre los cinco edificios y la duplicación del espacio expositivo, de 2.600 a 4.355 metros cuadrados. Posteriormente, en la llamada "Fase 2", se añadirían otras tres salas de exposiciones, se articularían las conexiones entre los dos cuerpos del museo y se edificaría un nuevo edificio de servicios, que permitiría además completar los equipamientos con la incorporación de un salón de actos con 130 butacas, la tienda y la cafetería.

La primera fase se inauguró en 2015, tras varios retrasos y un incremento presupuestario que disparó el coste final por encima de los 20 millones de euros. Para entonces, la perspectiva de completar la ampliación del museo con esa segunda fase proyectada, con un coste estimado en cerca de cinco millones de euros, ya parecía lejana. Un panorama que no ha mejorado en estos tres años.

"Ese concepto de la segunda fase de la ampliación es el concepto de algo que no existe", afirmaba ayer Roberto Sánchez Ramos, "Rivi", concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo y vicepresidente del Patronato del museo. El edil constata una realidad administrativa: si bien el proyecto de Mangado no se entiende sin esa "Fase 2", la administración sólo contempló, oficialmente, una intervención. Las fases del proyecto, de hecho, han sido remedadas y rectificadas varias veces en la última década.

"Rivi" reconoce, sin embargo, que la intervención ha dejado unos "flecos" que se deben resolver. En concreto, hay tres carencias estructurales de calado: la ausencia de un montacargas que permita utilizar los depósitos, la falta de conexiones adecuadas los distintos volúmenes (que en el proyecto se iban a articular mediante dos pasarelas) y la inexistencia de un salón de actos. Las otras carencias, principalmente la cafetería y la tienda, son equipamientos que, sin tener esa condición estructural, sí se antojan claves en tanto en cuanto permitirían al museo diversificar sus ingresos.

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