El escándalo por la filtración de datos de Facebook va camino de convertirse en lo que algunos medios estadounidenses llaman ya "la crisis de la privacidad". La opinión pública mundial parece haber descubierto ahora que vivimos en una economía de datos, donde las grandes plataformas digitales amasan miles de millones gracias a montañas de información íntima que inocentemente les facilitamos desde ese dispositivo de vigilancia continua llamado Smartphone, el "pequeño hermano".

Publica "The Washington Post" la intención de un grupo de senadores estadounidenses de convertir la sesión del 10 de abril del Comité Judicial del Senado en el primer juicio a los principales ejecutivos de Facebook ( Mark Zuckerberg), Google ( Sundar Pichai) y Twitter ( Jack Dorsey) para que expliquen en persona qué hacen con toda esa red de espionaje digital pensada no tanto para que seamos amiguitos por las redes sociales como para radiografiarnos a fondo, al objeto de vendernos exactamente lo que supuestamente deseamos. Parece que la nueva tecnología empieza a convertirse en un asunto político capital, dada la capacidad que está demostrando para trastocar radicalmente la organización social.

Incluso ya ha surgido un candidato a las elecciones presidenciales de 2020 en EE UU cuyo principal mensaje es concienciar a los ciudadanos de los peligros de estos manejos digitales. Este "tecno-escéptico" es Andrew Yang, un empresario de Nueva York. Frente al lema "América primero" de Trump, él dice: "La humanidad primero". Según su punto de vista, el uso de la inteligencia artificial "es una de las pocas amenazas reales a las que nos enfrentamos como civilización". Cree que el manejo de algoritmos para seleccionar personal, ofrecer determinados servicios o la personalización masiva de contenidos está teniendo un impacto en la sociedad comparable al de las armas nucleares.

Yang asegura que la universalización de los procesos de robotización nos llevarán al caos. "Todo lo que se necesita para desestabilizar a la sociedad son los coches autónomos. Vamos a tener (en Estados Unidos) un millón de conductores de camiones sin empleo, en un mayoría hombres con un nivel educativo de escuela de Secundaria o con un año de Universidad", declaró a "The New York Times". "Esa innovación será suficiente para crear disturbios en la calle. Y estamos a punto de hacer lo mismo con los trabajadores minoristas, los de los centros de llamadas, los trabajadores de comida rápida, de las compañías de seguros y de las empresas de contabilidad". ¿Y cómo contrarrestar esa ola de desempleo por la robotización? Yang propone una renta básica universal que llama "Dividendo de la Libertad". Dar un cheque mensual de 1.000 dólares a cada estadounidense entre 18 y 64 años. Eso, dice, compraría paz social y, al tiempo, permitiría la reactivación económica. Recaudaría el dinero aplicando una especie de IVA al consumo. Necesita el equivalente a la mitad del presupuesto federal actual.