El Gijón Sound Festival puso el cierre ayer en la Plaza Mayor, con una sesión vermú aún más concurrida que la del sábado. La música la pusieron "The Limboos", grupo madrileño que toma como base las maneras del Rythm & Blues para componer temas propios en los que abundan los guiños a ritmos caribeños, como el ska y el calypso. Suenan irremediablemente al rocanrol de los años cincuenta, pero su música no es para escuchar de fondo, esta banda destila buen gusto, todo está en su sitio, y eso lo percibieron los centenares de personas que se agolparon frente al escenario durante todo el concierto. Pasadas las tres de la tarde la carpa se fue vaciando. Una nueva edición del Gijón Sound Festival quedaba atrás, y un año más la cita ha sido un éxito; una programación amplia y ligada a las tendencias del panorama musical actual que tuvo, en la jornada del sábado, como es lógico, el día grande. Fue esa, la del sábado, la jornada en la que la oferta musical se multiplicó y expandió por toda la ciudad con propuestas dispares que abarcaron formatos y estilos muy alejados entre sí. No es éste un festival que se pueda vincular a una escena particular; todo lo contrario, en estas cinco ediciones siempre han convivido lenguajes de todo tipo. Siguiendo esta línea, la Laboral fue el escenario de las propuestas más reposadas a lo largo de la tarde del sábado y el centro de la ciudad acogió sonidos más potentes en la Plaza Mayor y el Albéniz.

El vermú de mediodía en la Plaza Mayor se alargó, como era de esperar, y hubo poco reposo antes de que la música volviera a sonar en lo que sería una jornada maratoniana. Pasadas las 18.00 horas, María Arnal i Marcel Bagés arrancaban su concierto en la iglesia de la Laboral con temas de su último disco, "45 cerebros y un corazón", el álbum que les ha consagrado en el panorama nacional. La música de estos catalanes reivindica la memoria sin nostalgia, reinterpreta la tradición popular y rescata historias silenciadas de la guerra civil y el franquismo. Cuando esta iglesia hace de escenario siempre adquiere protagonismo, y es que el eco es largo y condiciona el sonido. Arnal supo sacarle partido con una magistral interpretación vocal: buena impostación, matices dinámicos y todo tipo de recursos: voz apagada, énfasis puntuales en sílabas y letras, juego con el micrófono. Marcando cada verso con el gesto del brazo, sonaron temas como "Bienes", "Cançó del taxista" o la versión de "Miénteme" de "El niño de Elche". Fue un concierto espectacular, y el público lo agradeció con ovaciones tras cada canción.

En la sala de pinturas los gijoneses "Buen suceso" empezaron puntuales. Esta conjunción de astros del jazz asturiano lleva años demostrando su buen hacer, y por supuesto no defraudaron. Desplegaron una combinación de jazz, bolero, bossa y otros aires latinos en una decena de temas, la mayoría de su último disco "Vivinos y coleando" (2016). A las 20.30 la cita era en el teatro, con una de las voces del momento en la música negra británica; "Ala.Ni" salía a escena con poco artificio y con la única compañía de guitarra y arpa, pero su voz pronto lo invadió todo con un estilo particular que mezcla patrones de blues y soul con números de musical al más puro estilo Broadway. Estuvo cercana, dialogante con el público y maravilló con una voz brillante, de amplio registro y gran plasticidad que supo hacer sonar con fuerza hasta sin micrófono. El público acabó puesto en pie.

Quienes preferían un sábado noche de fiesta tenían a esas horas a La Maravillosa Orquesta del Alcohol en la Plaza Mayor, pero donde casi todo el festival acabó convergiendo fue en la sala Albéniz. "Pablo Und Destruktion" actuaba en casa y volvía a convencer con un directo potente, por momentos de instrumentación maximalista. Temas como "Mis animales" o "Extranjera" son buena muestra de su capacidad para pasar de la calma tensa a la contundencia absoluta, subiendo el tono y la intensidad vocal y construyendo auténticos muros de sonido con las guitarras.

El cambio de escenario fue literal, porque al acabar este concierto desapareció todo y quedaron dos cajas de cerveza sobre las que Andrew Fearn puso su ordenador. Llegaba el turno de "Sleaford Mods", dúo de rap-punk británico que combina bases electrónicas con el rapeado de Jason Williamson. Letras agresivas de contenido social con acento endiablado y una fuerza contagiosa que enganchó el Álbeniz. El power pop de "Texxcoco" puso fin a la música en directo en la sala Memphis. Y así volvemos al resumen del Festival: amplio programa buena afluencia de público y mucho movimiento cultural en el corazón de la ciudad. El año que viene, más