El artista Avelino Sala (Gijón, 1972) trabaja mano a mano con Fernando Gómez de la Cuesta en la cúpula del Centro Niemeyer de Avilés. Los dos juntos están dando los últimos retoques a "The Global Symbol", una muestra que se inaugura mañana jueves (18.00 horas) y que, en palabras del asturiano "llega en un momento de media carrera, un momento para echar una mirada un poco más amplia de lo normal al trabajo de los últimos dos años", explicó.

"Me interesa el arte no sé si crítico, pero sí, por lo menos, cuestionador de los entornos en que vivimos y de los hechos que suceden. Me gusta encontrar otros espacios distintos a los que ofrecen los medios de comunicación, la literatura. El arte es una mirada nueva de cosas que vemos cada día", señaló a LA NUEVA ESPAÑA en un receso de la labor del montaje de la muestra. De fondo suenan taladradoras. Ya han colgado "Nueva Religión", una colección de escudos antidisturbios que forman una cruz. "Los escudos son las grandes potencias: la Unión Europea, Estados Unidos o China, pero también los bancos u otros espacios del dinero", explica Sala. "Llevo trabajando con la idea de la utopía desde hace años. Me interesa trazar un paralelismo entre la ciencia ficción y el mundo actual", añade el artista, que anda lesionado. "Acabo de dejar las muletas", admite.

"Las utopías siempre acaban mal, más en nuestro tiempo, que es un verdadero dislate, un tiempo enloquecido. Cuando trazas un paralelismo entre la realidad y la ficción te das cuenta de que no hay tanta diferencia entre una y la otra", señala Sala, que se suma ahora a la nómina de asturianos que exponen en cúpula del Niemeyer, la que abrió Hugo Fontela y continuaron Herminio o Carlos Coronas.

"Cuando surgió la posibilidad de trabajar en esta muestra me planteé hacer una mirada retrospectiva a mi propia obra, pero ampliando piezas. Algunas de ellas se presentan ahora de forma completa. Había trabajado con bates, pero no con la ambición con que presento la pieza ahora en el Niemeyer. Son las diez potencias del mundo con mayor capacidad armamentística. Este tipo de obras, con estas magnitudes sólo se pueden trabajar en espacios como éste, como la cúpula del Niemeyer", comenta Sala, que vive y trabaja en Barcelona, pero que no se olvida de sus orígenes. La última vez que expuso en Asturias lo hizo en la galería de Gema Llamazares, en Gijón. Y, antes, en el museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo.

Sala explica que uno de los incentivos mayores a la hora de exponer en la cúpula del Niemeyer fue precisamente su forma tan singular: "Estar aquí me ha permitido también hacer intervenciones específicas, como los sticks de hockey bajo la escalera: en cada una de las barras hay títulos de novelas y aquí hacen el juego del contrafuerte: la distopía que hace de contrafuerte de la arquitectura utópica, que es la de Oscar Niemeyer", apunta. "Esta exposición es bastante importante en cuanto a la magnitud, por la posibilidad de mantener un diálogo con él".