Preside la cúpula del Niemeyer -hasta el próximo día 17 de junio- un mensaje tenebroso: "Love among ruins", o sea, el amor entre ruinas. Avelino Sala, su creador, presentó ayer tarde "The Global Symbol", una retrospectiva y un salto más allá en la obra de uno de los artistas asturianos de mayor renombre. Se trata de su nueva utopía, una exposición que recoge las huellas del camino y avanza hacia un futuro políticamente comprometido de tal modo que, como explicó Carlos Cuadros, el director del Niemeyer, "los libros se convierten en barricadas y los guantes de béisbol en las manos de las fortunas mayores del mundo a la espera de la pelota". Una "metáfora", como se encargó de explicar el Viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez. "Esta exposición tiene una carga metafórica porque se lanza a la provocación y también a la reflexión".

Fernando Gómez de la Cuesta, el comisario de la muestra, aplaudió el compromiso con la creación artística. Denunció, sin embargo, la situación anómala en que se encuentra la Laboral.