En su celebrado poema “El camino no elegido” el norteamericano Robert Frost reflexionaba sobre las inevitables decisiones existenciales del ser humano. Tomamos una opción, frente a otra u otras posibles, y eso, en palabras del poeta, marca la diferencia. El camino que dejamos atrás permanece en nuestro interior como un sueño no realizado, como una vida en potencia sobre la que a menudo planea una pregunta imposible: ¿qué habría pasado si nos hubiésemos decidido por la senda que en su momento quisimos o tuvimos que descartar? En Sueños de otras vidas, la artista avilesina Laura Cueto nos permite vivir al menos ocho posibilidades diferentes de resurrección. Se trata de un complejo trabajo de naturaleza no verbal—a medio camino entre la performance y la danza—en el que la transición entre una vida y la siguiente se realiza de manera fluida en el cuerpo de la artista y, sin duda, en el del público, gracias a ese estado de empatía casi mágico que se genera en un espectáculo de estas características.

Venancio J. Mayo

La pieza comienza con la artista en posición fetal y vestida en tonos oscuros, lo que contribuye a que los contornos de su cuerpo apenas se distingan sobre el fondo también oscuro de las paredes del escenario. Los movimientos de Cueto recuerdan así a los de una recién nacida que lucha por moverse de forma autónoma y por controlar un cuerpo aún no orquestado. En un fantástico despliegue de posibilidades, la máscara que cubre el rostro de la artista en este momento también nos la presenta como una superviviente que tiene una nueva oportunidad tras un ataque nuclear o una guerra química de dimensiones apocalípticas. La elección de la máscara no podría resultar más acertada, pues su similitud con elementos del mundo natural—en concreto con la cabeza de un ave—nos permite extender la reflexión existencial de la pieza a la extinción de especies animales y de ecosistemas en la llamada era del Antropoceno, esa que el eminente biólogo E. O. Wilson prefiere llamar “la era de la soledad” en la que nos sumiremos tras la desaparición de floras y faunas debido a las acciones nocivas del mundo contemporáneo sobre el medio ambiente.

En ocasiones la nueva vida—o sueño—de la artista implica una lucha en soledad en la que lo familiar se vuelve inquietante, en formulación de Freud, como consecuencia directa de ese desaprender para volver a aprender o nacer. Así, por ejemplo, en el tercer sueño, un conocido tango de Osvaldo Pugliese se torna en desconcertante para la artista ante la pérdida de los puntos de referencia visual habituales. La respiración agitada que sucede a la secuencia musical nos confunde, nos agobia, nos produce melancolía y nos esperanza a partes iguales. En otras ocasiones, lo individual se vuelve colectivo al implicar al público espectador a través de un espejo-salvavidas que funde el cuerpo de la artista con el de los asistentes. El público deja de ser entonces un espectador pasivo para entrar de lleno en ese mar de posibilidades existenciales que nos ofrecen los universos creados por Cueto. Saturados como estamos por el mundo visual en la cultura popular contemporánea, no siempre nos resulta sencillo discernir eso que llamamos realidad de su imitación sobre las pantallas que manejamos a diario. Pero Sueños de otras vidas nos permite cruzar las fronteras entre lo real y lo artificial con el uso de elementos protésicos que parecen cobrar vida y que, aunque en última instancia carezcan de alma, contribuyen a aumentar exponencialmente las posibilidades que nos ofrece nuestra realidad corporal, necesariamente limitada.

Venancio J. Mayo

Sueños de otras vidas es una pieza vanguardista de difícil clasificación. No podemos decir que se trate de un espectáculo teatral, pues la naturaleza de estas vidas no es la impostura y, por lo tanto, no puede reducirse a un papel que la artista interprete. Los sueños de Laura Cueto tienen lugar en ese espacio liminal, repleto de intersticios, que es la experiencia performativa, donde nada es unívoco ni estático, sino fluido, donde el yo de la artista y el yo del espectador o espectadora están incluidos de manera activa. Se trata, además, de una pieza realizada para la Factoría Cultural y donde los espacios de su Sala Escénica son aprovechados al máximo por la bailarina. Para quienes acudan esta semana a ver esta pieza tan rompedora, habrá lentejuelas, habrá oscuridad, habrá sonido y habrá silencio, habrá sonrisas y habrá emociones contenidas y desbordantes. Para todo ello, Cueto se ha rodeado de un equipo de colaboradores dignos de una pieza así de ambiciosa: el coaching de Olga Mesa, la sensibilidad musical y escénica de Rubén Álvarez, la inteligente iluminación de Cora Abajo, la poesía seductora de Elisa Torreira, la documentación del cineasta asturiano Fran Vaquero, el arte plástico de Benjamín Menéndez—plasmado en una falda-lienzo que la artista utiliza en la segunda vida-sueño—y con Venancio J. Mayo como ayudante de dirección.

Venancio J. Mayo

Retomando esa pregunta que nos persigue y, a menudo, nos puede llegar a atormentar: ¿quién no ha deseado tener otra vida? ¿Quién no ha soñado con volver al camino que un día descartamos, o que simplemente no pudimos elegir, y vislumbrar en qué nos habríamos convertido de haberlo tomado? Sueños de otras vidas nos permite intuir parte de las respuestas. Nos permite vivir otras realidades posibles y, precisamente por ello, marca la diferencia.

(Luz Mar González-Arias es profesora titular de la Universidad de Oviedo)

(Luz Mar González-Arias es profesora titular de la Universidad de Oviedo)

"Sueños de otras vidas" se presenta en la Factoría CulturalEste nuevo trabajo de la artista avilesina se enmarca en el programa de proyectos financiados del Ayuntamiento de Avilés a la producción artística.