"Un auténtico jarro de agua fría". Así califica la abogada Ana María González el hecho de que una magistrada haya emitido un voto particular pidiendo la absolución de M. B., el joven guineano condenado a seis años de prisión un delito de abuso sexual y otro leve de lesiones a una chica de Avilés en un piso de acogida de El Quirinal (la Fiscalía pedía nueve años y la acusación particular doce por agresión sexual, delito que también pedían las acusaciones de "la Manada"). "El voto particular cae como un jarro de agua fría por la propia argumentación, que desvalora el testimonio de la víctima con argumentos que ni siquiera salieron a relucir en el juicio. Efectivamente, la chica no fue a denunciar con la cabeza debajo del brazo, tuvo lesiones menores, no hubo desgarros. El testimonio de la joven fue incriminatorio en todo momento, no hay exageraciones. Ni chilló ni forcejeó enormemente porque se quedó como anulada y también lo cuenta. Eso lo tuvo en cuenta el tribunal para dar credibilidad a su testimonio", apuntó la letrada del Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos Tratos de Asturias (Cavasym). La abogada lamenta que ese voto particular que pide la absolución abra puertas en vez de cerrarlas. "Cuando parece que todo termina para la víctima, tras la agonía de la violación y del juicio, viene el recurso a instancias superiores y vuelta a empezar. Para las víctimas cerrar esa puerta es fundamental para seguir llevando una vida normal. Hasta que hay una sentencia firme esa puerta no se cierra", concluyó. La abogada de M. B. ya ha anunciado que recurrirá.