Que en los días en los que se conoce la sentencia a "La Manada", las principales webs de pornografía constaten que dicho término es tendencia en sus páginas es algo que deberíamos tomarnos muy en serio. Ya, de una vez por todas. Pero a la vez, si nos paramos a pensar un poco, no debería sorprendernos. No se trata de un puñado de "degenerados".

Una mujer, rodeada de hombres. Siendo penetrada de mil formas. Siguiendo instrucciones, dejándose hacer. ¿Estoy describiendo una escena de una película porno o lo que ocurrió en aquel portal? Cualquiera de las dos, ¿verdad? La industria de la pornografía sigue siendo muy potente, con un impacto en la sociedad enorme, ya que contribuye a la construcción de modelos de sexualidad.

Cuando en casa no se habla de sexo y en las escuelas la educación afectivo-sexual (si se da) va sobre compresas, tampones y métodos anticonceptivos, las fuentes de (in)formación de nuestros chicos y chicas serán otras. El modelo de sexualidad que tomarán como norma, si no hay otro disponible, será el de Internet.

La inmensa mayoría irán descubriendo con la práctica que el porno es una ficción, y que la realidad de la sexualidad es mucho más bonita y enriquecedora. Y por descontado, no abusarán de nadie. Pero tampoco deberían sorprenderse de que buscar un vídeo de una violación sea tendencia, ya que es la ficción hecha realidad.

Lamentables casos como éste, al menos tienen que servir para la autocrítica y la reflexión, como personas y como sociedad. Si somos capaces de sentir el horror por lo ocurrido (como se está viendo en las calles) es el momento de ponernos a pensar un poco más allá. Y la cuestión de la pornografía ha de estar en la mesa de debate. ¿Cómo ayuda al logro de la igualdad real entre hombres y mujeres una industria cuyos contenidos se basan en relaciones de abuso de poder hacia las mujeres? ¿Qué nos puede aportar el consumo de pornografía, si somos capaces de ver el tipo de estereotipos que perpetúa y la realidad tan distorsionada que muestra?

Responder a estas preguntas puede llevarnos un tiempo, pero ha llegado el momento de hacerlo.