La biografía artística de la mezzosoprano búlgara Evghenia Dundekova da para un libro. Un repertorio descomunal, una actividad escénica que la unió con los mejores, entre ellos Pavarotti y Carreras y con las grandes óperas clásicas italianas. Desde el año 2000 es profesora de canto en el Conservatorio "Rossini" de la ciudad italiana de Pesaro, y ayer estuvo en Oviedo dando una lección magistral a un grupo de alumnos de Canto del Conservatorio Profesional y Superior. Un lujo para ellos, que sin embargo tuvieron que sudar. Dundekova no pierde la sonrisa, educada y elegante, pero no deja pasar una. Los alumnos la llaman "maestra" y la palabra contiene toda una declaración de intenciones.

LA NUEVA ESPAÑA ha podido estar una mañana en el aula donde se celebró la sesión. Al piano de acompañamiento, el italiano Paolo Gobbi. Dundekova y Gobbi son una máquina bien engrasada. En italiano la mezzosoprano nacida en Sofía dio toda una lección anatomía.

"Cantamos con el cuerpo, la garganta es la consecuencia". Cierto que se necesitan capacidades, y los alumnos Paula Lueje, Pedro la Villa, Canela García, María Heres, Adrián Begega y Janeth Zúñiga, entre otros, las tienen, pero la técnica es otra cosa. La técnica está en cada palabra, en cada sonido, en cada movimiento.

Evghenia Dundekova insistió en la vocalización ("necesito que cantes diez mil veces más claro"), en la necesidad de exteriorizar emociones con el canto ("¿Cuál es tu sentimiento cuando estás cantando esto?"). Alegría, amor... "¡Pues tienes que expresarlo, que el espectador se percate, que sepa lo que sientes!".

Y el cuerpo, convertido en un todo del que fluye la voz. Cantar es bailar con esa voz. La diva habló de músculos, perineo y plexo solar. Las explicaciones, sobre su propio cuerpo, las complementa cantando. Y cuando canta Dundekova su mensaje es evidente aunque a veces inalcanzable. Escucharla a dos metros de distancia produce vértigo. Para estar, oído atento, un día entero.

Su presencia y la del pianista Paolo Gobbi en Oviedo tiene que ver con la colaboración que sostienen con la profesora de Canto del Conservatorio asturiano Begoña García-Tamargo, que giró visita profesional en marzo al Conservatorio de Pesaro, uno de los grandes centros docentes líricos de Europa.

Al final de la sesión los alumnos se confesaban "exhaustos" pero felices. Es lo que tiene codearse con el talento, que agota pero nos hace crecer.