Con más de un cuarto de siglo de historia a sus espaldas, el concurso y muestra de folclore "Ciudad de Oviedo", que organizan el Ayuntamiento y LA NUEVA ESPAÑA, se ha consolidado como un auténtico bastión de la música tradicional, su historia y su legado, en todas sus variantes, y también como la plataforma desde la que han tomado impulso jóvenes promesas que acaban protagonizando brillantes trayectorias sobre los escenarios. En la matinal de ayer, segunda jornada de las finales de esta vigésima sexta edición, el animoso público del Filarmónica fue testigo de la confluencia entre la historia y el porvenir de la tonada, simbolizada en el homenaje a Veneranda Fernández y el desempeño sobre las tablas de los jóvenes cantantes, gaiteros y bailarines que pelean por ganar el concurso.

La atinada programación de la jornada propició que el homenaje a Veneranda Fernández, mito de la canción allerana, se situase entre las actuaciones de la jovencísima pareja de baile formada por Carlota Valdés Pérez y Elías Marcos Álvarez, y de la cantante Alicia Villanueva Megido, vigente campeona de tonada juvenil en la que era su última participación en la categoría, antes de dar el paso a la categoría absoluta el próximo año.

En conversación con Esther Fonseca, sobre las tablas del teatro, Veneranda Fernández recordó sus inicios en la tonada, con apenas catorce años: "De cría, yo no tenía mucha afición a la canción, pero era lo que había. Los críos no entrábamos en los chigres, y las chicas menos, pero andábamos cucando por afuera cuando cantaban, escuchando".

Su privilegiada voz llamó la atención desde muy joven y, convencida por su padre y su tío, se decidió a subirse a los escenarios. En 1948, con diecisiete años se presentó al primer concurso del diario Región. "Yo no quería actuar porque era muy tímida, pero me convencieron. En aquel tiempo ni siquiera conocía Oviedo, sólo Mieres", recordó. Veneranda Fernández fue la auténtica revelación de aquel concurso, en el que quedó segunda, sólo por detrás de Josefina Fernández. En la segunda edición, en 1951, se hizo con el triunfo.

Aunque su carrera fue corta, ya que la abandonó para ponerse a trabajar, marcó a varias generaciones de cantantes. En la mañana de ayer, sobre el escenario del teatro Filarmónica, volvió a lucir esa voz prodigiosa que la hizo célebre, para deleite del público.

Aparte de este homenaje y de mostrar la pujanza de los jóvenes intérpretes de tonada y baile, la jornada ofreció a los aficionados un programa de muchos kilates. En tonada masculina concurrieron José García García, de San Pedro de Coliema (Cangas del Narcea), José Manuel Pérez, de Tainás (Cangas del Narcea) y el cántabro Álvaro Fernández Conde, que cerraría la jornada entre aplausos con una potente interpretación de "Adiós Asturias del Alma".

Antes que él actuaron Sandra Álvarez y Fernando Entrialgo, en la modalidad de canción dialogada, y la pentacampeona de tonada femenina Lorena Corripio, que ofreció una intensa interpretación que mereció la ovación del público.

En gaita solista, Daniel Meré, de Bañugues, y Fernando Vázquez Cárcaba, de Lieres, presentaron sus credenciales para acudir a Lorient a luchar por el trofeo MacCrimmon ante tres campeones en la bretaña francesa: los jurados Xuacu Amieva e Iñaki Sánchez, y el gaitero oficial del concurso, Vicente Prado, "el Pravianu".

Tres ases que, previamente, se habían unido a Chucha de Nembra y Alfonso Sánchez Peña en el escenario para una muestra de altura que incluyó una canción de Ánxel Álvarez y la nueva composición de "El Pravianu", "El Bombé", que ha realizado para la Banda de Gaitas "Ciudad de Oviedo".