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El juego ayuda contra la parálisis cerebral

Caminar en el aire sobre una cinta "mejora el equilibrio y la capacidad de salto de los niños", demuestra la fisioterapeuta ovetense Lucía González

Lucía González, en la lectura de su tesis. MIKI LÓPEZ

Caminar en el aire sobre una cinta de poliéster anclada en sus extremos es un ejercicio que mejora el equilibrio y la capacidad de salto de las personas jóvenes con parálisis cerebral. Ésta es la conclusión obtenida por la fisioterapeuta ovetense Lucía González Gómez, en la tesis doctoral que defendió el pasado viernes con la máxima calificación. En consecuencia, este ejercicio, denominado "slackline", "puede ser incluido en los programas de rehabilitación de los niños y adolescentes con parálisis cerebral espástica", subraya la autora de la investigación. Lucía González aboga por incorporar este tipo de actividad "incluso en los centros escolares, con el fin de favorecer la práctica de ejercicio físico de los alumnos con algún tipo de discapacidad".

En los parques y áreas de recreo cada vez proliferan más las cintas de slackline, cuyos extremos están atados a un árbol o a otro tipo de soporte. Elásticas y planas, sobre ellas niños y jóvenes ponen a prueba su habilidad y capacidad de coordinación. "Diversos estudios demuestran que este ejercicio mejora el equilibrio en diferentes colectivos de personas", explica a este periódico la autora de la investigación. Los trabajos sobre el slackline son recientes. Los más antiguos datan de 2013.

Lucía González es fisioterapeuta y trabaja en el centro que Cocemfe (Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica) regenta en la capital del Principado. Su tesis doctoral, defendida en la Facultad de Medicina de Oviedo, ha sido dirigida por los profesores Juan Argüelles Luis y Luis Santos Rodríguez. El objetivo del trabajo doctoral se centraba en evaluar la utilidad del slackline como herramienta de rehabilitación en niños y adolescentes con parálisis cerebral, en los que aún no se emplea de forma rutinaria.

La investigadora realizó un ensayo clínico en 27 niños asturianos con parálisis cerebral, de edades comprendidas entre 9 y 16 años. Se trataba en todos los casos de parálisis cerebral espástica, modalidad muy frecuente -que supone el 80 por ciento del total-, en la que que el tono muscular está aumentado y genera una resistencia pasiva al estiramiento. El programa se desarrollaba en seis semanas de entrenamiento durante 30 minutos cada día (un total de 18 sesiones).

"Los chicos con parálisis cerebral, debido a sus características y a las consecuencias de la enfermedad, tienen muchos problemas para mantener el equilibrio y, en consecuencia, para desarrollar las actividades de la vida diaria", asevera la fisioterapeuta.

Su investigación ha demostrado que, para este colectivo de personas, este ejercicio "es útil, aunque no como método exclusivo", sino integrado en protocolos de rehabilitación más amplios. "Además, es divertido y no causa fatiga", apostilla. La opción de incorporarlo también a los centros escolares acarrea la ventaja de que "los alumnos con parálisis cerebral puedan desarrollar actividades físicas y no queden, como sucede en ocasiones, postergados porque son los chicos discapacitados de la clase".

Equilibrio

¿Por qué este ejercicio mejora las habilidades de las personas con parálisis cerebral? Porque caminar sobre la cinta da lugar a movimientos mediolaterales que para el cuerpo suponen una situación de riesgo y de inestabilidad. Esta situación "es captada por el cerebro, que tiene que desencadenar una respuesta de equilibrio para solventar esa perturbación de la estabilidad", indica Lucía González. "Es como un entrenamiento que desarrolla esos ajustes que necesitamos para equilibrarnos", agrega. Al niño le ayuda a desplegar estrategias posturales para las situaciones de desequilibrio que pueda encontrarse en su vida cotidiana.

Lucía González ha recibido algunos testimonios de padres de los niños participantes en el estudio. "Unos estaban sorprendidos de que, tras el ejercicio, el niño podía ir caminando por el bordillo y no se caía; otra madre nos decía que, cuando iba en el autobús, el niño antes iba agarrado a su madre y a una barra, y que ahora no necesitaba agarrarse". Los participantes en el estudio también progresaron en capacidad de salto, mejorando la coordinación. "Pienso que también puede ayudarles en la marcha, pero eso no ha formado parte del estudio", señala la fisioterapeuta.

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