Un nuevo escándalo sexual sacude a la Iglesia chilena. Apenas unos días después de que los 34 obispos del país presentasen su renuncia ante el Papa, obligados por Francisco al constatar que habían ocultado varios casos de abuso sexual a menores, se ha desvelado un presunto caso continuado de abusos sexuales por parte de un grupo de sacerdotes en la diócesis de Rancagua, en el centro del país latinoamericano.

El caso ha sido destapado a través del testimonio de Elisa Fernández, excoordinadora de pastoral juvenil de la diócesis, que reveló los abusos en un programa de televisión. Según su relato, el grupo de sacerdotes, que se autodenominaba "La Familia", habría cometido abusos sistemáticos y organizados contra jóvenes de entre 15 y 29 años de edad. Fernández aseguró además que había sido testigo de conversaciones en las que los sacerdotes del grupo comentaban sus preferencias sexuales por menores, y asegura que hace año y medio entregó al obispo de Rancagua, Alejandro Goic Karmelic.

El prelado ha pedido perdón públicamente por los abusos y ha suspendido a doce sacerdotes de la diócesis, a los que además ha llevado ante la fiscalía. Entre ellos figura el párroco de Paredones, Luis Rubio, al que se acusa de enviar mensajes de contenido erótico y fotos suyas desnudo a menores de edad. Rubio ha reconocido esos actos: "Reconozco que hice eso, sé que es horrible, pero más de eso no puedo decir nada más. Es un día de mucha tristeza y lamento lo que he hecho. Siento mucha vergüenza", aseguró Rubio, en declaraciones a la televisión chilena.

Renovación

Este nuevo escándalo agudiza la crisis en la Iglesia chilena, cuya cúpula aguarda la decisión del Papa sobre la continuidad, o no, de los 34 obispos del país. Ayer, el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Santiago Silva, reconoció que la Iglesia chilena precisa de una "urgente renovación" tras revelarse los casos continuados de abusos sexuales y las prácticas de un número importante de obispos para ocultar esas prácticas, llegando incluso a emitir informes engañosos al Vaticano.

Tras la visita de Francisco a Chile, el pasado mes de enero, el Papa envió al país al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, considerado el mayor experto del Vaticano en cuestiones relacionadas con abusos sexuales, para que corroborase la veracidad de las acusaciones. El posterior informe de Scicluna, de más de 2.000 páginas, llevó al Papa a reclamar la presencia en el Vaticano de la totalidad de los obispos chilenos, a los que obligó a presentar sus renuncias. Está ahora en manos del Papa aceptar esas renuncias, en un proceso que estudiará caso por caso y que podría demorarse varias semanas.

"Si algo nos quedó claro de aquellas francas conversaciones (con el Papa) es que la vida de obispos y sacerdotes no siempre corre por los cauces del Evangelio. Nos apartamos de ellos por nuestros errores y, lo que es más grave, por la comisión de delitos como los abusos de menores", afirma Silva.