Decíamos casi ayer que La viuda negra confirmaba a Daniel Silva como uno de los autores de novelas de espionaje más consistentes, imaginativos y fiables. Y Casa de espías no solo confirma esas afirmaciones sino que sirve para elevar un poco más el listón. De nuevo nos vemos las caras con Gabriel Allon, un espía de primera clase que combina una extraordinaria habilidad como ejecutor profesional con una exquisita educación como restaurador de arte. Espiar no deja de ser una manifestación artística por lo que tiene de expectación, acechanza, exploraciones y ejecución precisa de las pretensiones dejando un amplio margen a la improvisación ante situaciones inesperadas que pueden dar la vuelta a la preparación previa. Sigilo, atención máxima, sangre fría y cañón caliente si es necesario. Allon busca venganza. La necesita para devolver el orden a las cosas internacionales y a sus propias piezas descolocadas. Su enemigo, el terrorista más peligroso del mundo conocido por el elocuente nombre de Saladino y que lleva el timón de esa infernal nave de odio destrucción que es el ISIS, no se lo pondrá fácil.
Han pasado cuatro meses desde que el espanto recorriera el selecto West End londinense una masacre que recuerda en fiereza y dimensiones el 11 de septiembre. Ahora, en suelo europeo. De nuevo, sin piedad. Una muestra de la inteligencia y coordinación de los terroristas. Casi perfecta. Y a ese casi se aferra Allon para dar caza al máximo responsable del horror. De un hilo mal cosido se servirá el espía y su equipo al sur de Francia. Concretamente a la fastuosa mansión de Jean-Luc Martel y Olivia Watson. Ella es una bella exmodelo británica que mira hacia otro lado cuando se trata de conocer los orígenes de la fortuna de su marido: el narcotráfico. Y él se hace el sueco a la hora de admitir que hace negocios con un ser maligno cuya misión en la vida es aniquilar Occidente. Como sea y sin escatimar en gastos de vidas humanas. Lo que no esperan es que la llegada de Allon suponga un antes y un después en sus vidas, y que tal vez terminen protagonizando una cruzada sorprendente contra el horror? Con Allon cerca, cualquier cosa puede pasar: se las sabe todas para manipular a los demás.
Nadie mejor que el propio "padre" de la criatura para hablarnos de él: "Su atractivo reside esencialmente en esas dos facetas tan dispares de su carácter. No es solo un agente espléndido y un sicario, sino también un pintor capaz de restaurar casi cualquier cuadro. Esa combinación de atributos me permite crear argumentos muy distintos a los de la mayoría de las novelas de espionaje. Procuro idear situaciones que le permitan desenvolverse en escenarios muy heterogéneos y con personas muy diferentes. Ha resuelto asesinatos, impedido atentados terroristas y restaurado pinturas en todo el mundo, del Vaticano a París y de Londres a Moscú. Si la serie ha tenido tanto éxito es porque son libros que enganchan, que no puedes parar de leer. Para mí el mayor cumplido es que alguien me diga: 'Estuve despierto toda la noche porque no podía soltar el libro'. En cuanto a Gabriel, los lectores suelen comentarme que les encanta porque es humano y divertido. Una vez, un fan me dijo que todo hombre desea ser como Gabriel Allon y toda mujer huir con él". De lo que no se puede es huir de esta novela.
