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Moral: "Si traemos a la Bartoli a Oviedo el primer día, no superamos la crisis"

El director del Centro Nacional de Difusión Musical, que deja el cargo en septiembre, lamenta que algunas instituciones no salgan de Madrid

Antonio Moral, en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. LUISMA MURIAS

Cuando Antonio Moral hizo público, hace ahora un mes, su cese en el cargo como director del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) el próximo mes de septiembre, el mundo musical en España se tambaleó. En sus ocho años al frente, la entidad ha experimentado un crecimiento espectacular. Moral, que ha sido director artístico del Teatro Real e impulsor de varios ciclos musicales por toda España, además de fundador de la revista "Scherzo", está ligado con Asturias por el ciclo "Primavera Barroca", que el Ayuntamiento de Oviedo lleva cinco años desarrollando junto al CNDM, y cuya quinta edición concluye el miércoles de la próxima semana con el concierto que ofrecerá el grupo "Los Afectos Diversos".

"El proyecto que hemos desarrollado en el Centro Nacional de Difusión Musical es irreversible. El hecho de que yo me vaya no quiere decir que el CNDM no vaya a seguir. Continuará con otra personal al frente, pero continuará", señala Moral. Una de los mayores logros, en su opinión es el de "haber sabido programar de una forma diferente, rehuyendo del canon establecido", comenta refiriéndose a toda la labor de recuperación del patrimonio musical español que se ha llevado a cabo desde que creó el centro. También destaca Moral el compromiso con los intérpretes españoles, a quienes sus diferentes ciclos por todo el país han ayudado en la promoción de sus carreras artísticas. Además, "el CNDM ha conseguido descentralizar la música en este país. Es sabido que en Madrid tienen lugar la gran mayoría de conciertos de este país, pagados con dinero público de todos los españoles, pero la repercusión cultural de los mismos rara vez repercute en beneficio de otros lugares que no sea la capital".

"La Orquesta Nacional de España no viaja, el Teatro de la Zarzuela no viaja, los ballets nacionales no viajan tampoco todo lo que debieran, principalmente por errores administrativos. Todo ello ha llevado a viciar de algún modo la gestión de algunas instituciones artísticas, que es de lo que yo me he quejado, y no sólo no se mejora, sino que empeora. Nosotros hemos roto con esta dinámica con ciclos como éste en Oviedo, en León? y dos terceras partes de nuestra programación se hacen fuera de Madrid", explica.

El modo en el que Moral ha desempeñado su trabajo como programador "va más allá de organizar simplemente una serie de conciertos", lo que él ha buscado durante todo este tiempo ha sido crear "un sustrato", en lo que al público se refiere, con aficionados que demanden este tipo de música. "Hemos intentado crear una especie de complicidad entre el público, los intérpretes y los programadores, haciendo que muchos de los proyectos vayan más allá. No se trata de programar conciertos únicamente, sino de darle al público las herramientas para crear su propio criterio en cuestiones musicales".

En el caso concreto del ciclo "Primavera Barroca", explica Moral, "nos estamos moviendo en una horquilla de aproximadamente unos doscientos años de música, por lo que si calculamos todos los conciertos que se han hecho en Oviedo en estos cinco años que lleva el ciclo vigente, el público ha podido escuchar unos 60 conciertos de esta temática barroca, a diferencia de lo que ocurría anteriormente que este estilo sólo se incluía puntualmente dentro de un ciclo genérico". Esta circunstancia, en opinión de Moral, permite al público tener una información sobre las tendencias musicales e interpretativas que de otro modo habría sido muy difícil conseguir. Tanto el ciclo que se organiza aquí en Oviedo como su homólogo en Madrid, han servido para "que el público pueda escuchar artistas españoles y otros que no lo son, pero que ambos comparten una enorme especialización a la hora de interpretar este tipo de música".

Para Moral, el éxito de público del que actualmente goza la "Primavera Barroca" no se debe a la fascinación por los nombres más publicitarios del panorama musical: "Si hubiéramos contratado a Cecilia Bartoli el primer día, y luego a Flórez o Vilazón, habríamos llenado la sala esos días, pero no tengo muy claro que hubiéramos podido continuar con la crisis. Está bien contar con este tipo de gente, pero no mantener toda una temporada con el presupuesto del que disponemos".

"Lo que hemos querido hacer como programadores, desde siempre", continúa Moral, "ha sido proponer al público grandes nombres que son muy profesionales en su trabajo, pero quizá no muy conocidos porque no hay un marketing tan potente detrás, como en los casos anteriores". Moral enfatiza la importancia del paso del tiempo para que este tipo de proyectos se asienten.

La novedad en materia musical es algo sobre lo que Moral repara con minuciosidad. "A lo largo de estos ocho años en el CNDM hemos hecho aproximadamente 2.400 conciertos. Lógicamente no podemos programar siempre lo mismo porque tanto el público, como también los organizadores, acabaríamos hastiados". Es entonces cuando se establece el diálogo entre el programador y el intérprete que tienen que llegar a un entendimiento y negociar que se va a interpretar en la sala de conciertos; "sin duda, la parte más bonita del trabajo", concluye Moral.

No obstante, en una institución tan vinculada con el Ministerio de Educación y Cultura surgen inconvenientes. "Además de dirigir, en el CNDM tengo que llevar la gestión administrativa del centro", explica, en referencia a la cuestión económica, "y eso me lleva muchos quebraderos de cabeza, muchas discusiones en el Ministerio, y solucionar problemas burocráticos absurdos. Esto particularmente me ha cansado mucho, pero el motivo por el que he decidido irme es porque mi tiempo al frente de esta institución ha terminado, y es hora de buscar otro lugar".

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