"Me gustaría retroceder mucho más en el tiempo y recuperar genomas de homínidos más antiguos". Así explicó ayer a LA NUEVA ESPAÑA sus proyectos de futuro el biólogo especialista en genética evolutiva, Svante Pääbo (Estocolmo, 1955), tras ser nombrado premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica de este año. Quienes han trabajado con él en proyectos como el llevado a cabo en el yacimiento asturiano de El Sidrón (en Borines, Piloña) lo saben: Pääbo sueña a lo grande y no para hasta conseguir sus objetivos.

Su tesón y precisión a la hora de estudiar el ADN antiguo para recuperar el genoma de especies desaparecidas hace cientos de miles de años fueron algunos de los valores destacados por el fallo del jurado. Los descubrimientos de Pääbo, fundador de la paleogenética, "obligan a reescribir la historia de nuestra especie", señalan. El biólogo sueco, aunque confiesa que recibir este premio es un "honor", siente cierta "vergüenza" ante los elogios del jurado. Y añade que su labor no es sólo suya sino la de "muchos estudiantes y científicos que, con su duro y, a veces, frustrante trabajo, han hecho posible recuperar genomas de organismos extintos".

Pääbo es el mayor experto del mundo en recuperación de material genético de seres humanos extintos y los resultados de su investigación con neandertales revelan que un cruce genético con los sapiens nos convierte en sus descendientes. Pääblo lo explica así: "Los neandertales son interesantes porque son los parientes evolutivos más cercanos de todos los humanos de hoy en día; si queremos definirnos desde una perspectiva biológica o genética, debemos compararnos con los neandertales: estuvieron aquí hace unos 40.000 años y coincidieron con los antepasados de la gente de hoy en día. Mi investigación revela que tuvimos bebés y nuestros genomas se mezclaron".

El yacimiento del Sidrón, en Piloña, aportó varios restos óseos al proyecto del neandertal (Neanderthal genome project) promovido por el Instituto Max Planck, en el que Pääbo dirige el área de Antropología Evolutiva. Su equipo visitó Asturias en 2007 como parte de este proyecto. La región tuvo un papel "muy importante" en la investigación, tal como reconoció el propio Pääbo ayer a este periódico.

Los datos extraídos de la excavación del Sidrón, junto a los de Vindija (en Croacia) desvelaron nuevos cruces entre especies, que aún persisten en el humano actual. Pero su relación con el neandertal empezó mucho antes.

De adolescente, el actual premio "Princesa de Asturias" de la Ciencia se interesó por la egiptología, estudió historia de la ciencia, ruso y medicina y se doctoró en biología celular. Fue entonces cuando mezcló dos de sus disciplinas favoritas al extraer ADN de una momia egipcia. En 1997 su equipo presentó el primer genoma de una especie humana que vivió hace 200.000 años y se extinguió hace 30.000 años: el neandertal. En 2009, logró el primer borrador de su genoma completo.

Cómo recuperó el material genético de seres vivos muertos hace miles de años o las historias de sus viajes a las diferentes excavaciones quedan recogidas en su libro "El Hombre de Neandertal. En busca de genomas perdidos". En esta publicación, también cuenta pequeños episodios de su vida privada, como su orientación bisexual o una aventura amorosa que tuvo con la esposa de un colaborador. Con ella se casó y tuvo un hijo. También relata que fue el hijo secreto de un del bioquímico Sone Bergström, premio Nobel en 1982. Sólo lo veía los sábados, cuando su familia creía que estaba en el trabajo.

"Más que merecido"

El premio "Princesa de Asturias" a Svante Pääbo ha sido muy bien acogido por la comunidad científica. Antonio Rosas, el antropólogo que participó en la excavación del Sidrón, trabajó codo con codo junto al biólogo sueco y considera el premio "más que merecido". Lo describe como una persona "inteligente y muy persistente en la persecución de objetivos". Sobre su trabajo destaca el "respeto" con el que trató a todos los miembros del equipo. Juntos acudieron al yacimiento asturiano en 2007 y recuerda como el científico se dio un paseo por la cueva, "a su aire". Después tomaron sidra en una sidrería y "jugamos a escanciar". Al biólogo sueco no se le dio bien, recuerda Rosas.

Su mayor virtud, según sus colegas de profesión, es su capacidad para pensar a lo grande. "Nunca se cae ante problemas de metodología o financiación; se centra en el proyecto y siempre encuentra la forma de hacerlo", cuenta el genetista Carles Lalueza-Fox. El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) colabora con Pääbo desde 2005, cuando extrajeron ADN de neandertales en la cueva asturiana.

Marco de la Rasilla, arqueólogo de la Universidad de Oviedo y coordinador de los estudios realizados en Piloña, también destaca su capacidad de no ponerse límites. "Las técnicas han ido mejorando con Pääbo porque tenía unas necesidades que contestar y fue la tecnología la que tuvo que adaptarse a esas preguntas", destaca Rasilla.

Su metodología para estudiar el ADN antiguo, una tarea difícil debido a la degradación y los cambios químicos que sufre a través de los años, ha sido utilizada para el estudio de la filogenia y la genética de poblaciones de animales extinguidos, como los mamuts, los perezosos terrestres, los osos cavernarios y los moas, antiguos pájaros neozelandeses.

Su aportaciones para estudiar la "evolución de todo, no sólo la humana" es uno de los aspectos que destacó ayer el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, uno de los miembros del jurado del premio "Princesa de Asturias" de Ciencia de este año. Arsuaga calificó a Pääbo como un "profeta y un visionario" que perseveró para hacer real "lo que parecía imposible".

El rector de la Universidad de Oviedo, Santiago García Granda, también participó como jurado en este premio y comparte la visión de Arsuaga: "Pääbo tuvo una visión y la llevó a cabo, aunque se creía imposible".

En la actualidad, Pääbo es profesor de Biología Molecular Evolutiva en la Universidad de Leipzig y director de Antropología Evolutiva en el Instituto Max Planck. Otro de sus descubrimientos es el hallazgo de un nuevo homínido, conocido como "denisovano", por la cueva donde se encontraron sus restos.

A día de hoy, el flamante premio "Princesa" de la Investigación Científica trabaja con el profesor Arsuaga en el yacimiento de Atapuerca, donde ha conseguido información de cráneos datados hace 430.000 años. Sus descubrimientos no han hecho más que empezar.