El Papa Francisco ha iniciado la limpieza de la Iglesia chilena, inmersa en un escándalo por los abusos continuados a menores del sacerdote Fernando Karadima, que fueron ocultados por buena parte de la cúpula episcopal del país. Francisco, que descubrió la dimensión del problema tras su viaje apostólico a Chile y Perú en enero de este año, dio un primer paso en la resolución de la crisis tres semanas atrás, cuando forzó a los 34 obispos chilenos a presentar su renuncia, tras convocarlos al Vaticano. El Papa señaló, en ese momento, que decidiría el destino de cada obispo de manera individual, y ayer llegaron las primeras notificaciones de Francisco aceptando las renuncias de tres mitrados: son las de Juan Barros, obispo de Osorno; Gonzalo Duarte García de Cortázar, obispo de Valparaíso; y Cristián Caro Cordero, obispo de Puerto Montt.

Los tres pontífices han sido sustituidos de manera inmediata por un administrador apostólico "sede plena". Una figura que, según el Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos, el Vaticano puede activar de manera extraordinaria para hacerse cargo de una diócesis. Es la misma solución que Francisco ya empleó en la archidiócesis de Adelaida, en Australia, para suceder a Philip Wilson tras ser declarado culpable de encubrir los abusos sexuales cometidos por un sacerdote, décadas atrás.

El cese del obispo de Osorno, Juan Barros, era esperada, toda vez que es el principal acusado de encubrir los abusos sexuales a menores de Fernando Karadima, quien fue su mentor en la parroquia Sagrado Corazón de El Bosque, localizada en Santiago de Chile y escenario central de las prácticas de Karadima. Incluso algunas de las víctimas del sacerdote, a las que Francisco invitó a visitarle al Vaticano tras conocer la veracidad de sus denuncias mediante un informe del arzobispo de Malta, Charles Scicluna, sitúan a Barros como testigo de los abusos, por lo que además de encubridor sería cómplice de Karadima.

Tras confirmarse su cese, Juan Barros se despidió de los fieles del obispado de Osorno con una carta en la que asume la decisión y pide "con humildad que me disculpen por mis limitaciones y por lo que no pude lograr". Las víctimas recibieron con satisfacción estos primeros ceses, que esperan tengan continuidad las próximas semanas.