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El científico Pablo Alonso capta para Asturias una de las ayudas más potentes de Europa, con 2 millones de euros

Junto a Otín, el físico moscón es el único investigador de la Universidad de Oviedo en tener este prestigioso contrato: «He demostrado que se puede hacer ciencia de alto nivel desde el Principado y mantenerla»

Por la izquierda, Javier Taboada, Javier Martín Sánchez, Nuria Rego, Jiahua Duan, José Ignacio Martín , Christian Lanza, Aitana Tarazaga, Adam Roselló, Pablo Alonso, Ana Isabel Fernández-Tresguerres, Juan Carlos Mayo, el vicerrector Antonio Fueyo y el rector, Ignacio Villaverde, ayer, en uno de los laboratorios del grupo de Nanoóptica Cuántica. | M. López MIKI LOPEZ

Cuando en 2015 el físico moscón Pablo Alonso González dejó el País Vasco para volver a casa, a la Universidad de Oviedo, hubo quien le advirtió: "Vas a tener muchos problemas aquí", "Quizá no estés en el lugar adecuado", "Lo mejor que puedes hacer es irte"... Pero este científico puntero en la nanoluz y el grafeno les dijo que "no", que apostaría por su tierra. Siete años después, ha demostrado, dice, que "no solo se puede hacer investigación de alto nivel desde Asturias, sino también mantenerla". Y más aún: dar un salto mayor.

Alonso anunció ayer, arropado por el rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, y el vicerrector de Investigación, Antonio Fueyo, que acaba de recibir una de las mayores ayudas europeas, la "Consolidator Grant" del Consejo Europeo de Investigación (ERC por sus siglas en inglés), para desarrollar en Asturias un nuevo y ambicioso proyecto científico. Su objetivo durante los próximos cinco años será controlar las interacciones entre luz y materia en un campo 100.000 veces más pequeño que el grosor de un pelo humano. Para este fin, el líder del grupo de investigación de Nanoóptica Cuántica del departamento de Física dispondrá de dos millones de euros. El moscón, aunque afincado en Candamo, ya fue merecedor en 2016 de la ayuda "Starting Grant", de 1,5 millones, concedida también por el ERC. La "Consolidator", la de ahora, supone subir un escalón más. Un proyecto de estas características solo lo consiguen los mejores. Prueba de ello es que en su área, la de Materia Condensada, solo recibieron esta ayuda trece científicos en toda Europa.

Villaverde confesó sentirse "orgulloso" por Pablo Alonso y todo su equipo, y pidió ver el proyecto europeo captado como "un éxito de la institución". "Somos capaces de atraer investigadores de altísimo nivel y retenerlos y darles futuro académico. Esta Universidad funciona, tenemos equipos muy competitivos y podemos codearnos en cualquier sitio. Estamos a la máxima altura", celebró el máximo responsables académico durante una rueda de prensa ofrecida en el edificio Santiago Gascón del campus del Cristo. A día de hoy en la Universidad de Oviedo solo hay dos investigadores ERC: aparte de Alonso, está el bioquímico Carlos López Otín, que tiene la máxima ayuda, la "Andvanced Grant" y que supone el tercer y último escalón de la ciencia europea. El vicerrector Antonio Fueyo avanzó ayer que podría haber otro ERC en camino. En concreto, una "Starting Grant" de un físico que se licenció en Oviedo y que actualmente trabaja en la Universidad de Basilea, en Suiza. "Tiene la entrevista en septiembre y tiene muy buena pinta", comentó Pablo Alonso.

El investigador de Grado de 42 años puntualizó, durante su intervención, que la prestigiosa ayuda "no la he conseguido, sino que la hemos conseguido", en referencia al trabajo que en estos últimos cinco años desarrolló todo su equipo, hoy formado por ocho investigadores "de aquí". "Sin su trabajo realmente no hubiera sacado esto", subrayó. Discípulos como Javier Taboada –el primero del grupo que culmina su tesis–, Ana Isabel Fernández-Tresguerres y Christian Lanza, no tienen más que buenas palabras para Alonso. "Estamos super contentos; nos consideramos unos afortunados", dijeron durante la visita que el Rector y el vicerrector Fueyo realizó a los laboratorios de Nanoóptica Cuántica, en el edificio Severo Ochoa. Les acompañó, entre otros, el decano de la Facultad de Ciencias, José Manuel Noriega, que mostró "orgullo y alegría" por el logro alcanzado por el moscón. "Estamos muy contentos. Solo hay dos proyectos de este nivel en la Universidad y si encima nos llega otro más, como parece que sí, más lo estaremos", manifestó Noriega.

Nanoluz y su ángulo mágico

El nuevo proyecto se basa en un descubrimiento que hizo el grupo de Nanoóptica en 2020: la canalización de la luz en la nanoescala mediante el uso de dos materiales bidimensionales rotados entre sí formando un ángulo mágico. Pablo Alonso lo explica de forma muy didáctica: "Imaginemos que tiramos una piedra a un lago y que las ondas salen en todas las direcciones. Ahora imaginemos que, de alguna manera, cambian las propiedades del lago, de forma que tiramos la piedra y las ondas solo salen en una dirección". Pues en eso consistió el hallazgo del físico y su equipo, que con la importante ayuda del Consejo Europeo de Investigación se proponen "ir más allá". Básicamente, quieren entender por qué la luz viaja solo en una dirección. "Es muy curioso; vamos a intentar reflejar esa luz en un espejo, hacer que se refracte con un prisma... Y a ver qué pasa. ¿Seguirá viajando en una dirección?", ahonda. La respuesta llegará.

Si los investigadores de la Universidad de Oviedo consiguen manipular esa nanoluz tan especial, las posibilidades que se abren son enormes. "Podríamos hacer sensores de moléculas individuales. Es decir, hoy en día si queremos medir solo un virus del covid no es posible, porque no tenemos la capacidad de controlar la luz a esa escala. Pero si lo logramos, podríamos iluminarlo y verlo", pone como ejemplo. Por otro lado, continúa, "podríamos conectar dos entes de los que tenemos en el móvil pero no a través de una autopista, sino de un caminito muy pequeño que ocupe muy poco espacio y que sea igual de eficaz para que los coches transiten". Y así hasta poder llegar a fabricar en un futuro teléfonos flexibles que se puedan enrollarse y quedar comprimido "como un cigarrillo".

Pablo Alonso destinará la mayor parte de la financiación recibida a mantener su grupo de investigación y ampliarlo. "En octubre pasaremos de ocho a diez", indicó. Otra parte la empleará para comprar un nuevo microscopio de fuerzas atómicas, que son sus gafas en la nanoescala. El actual costó 450.000 euros. "El resto de dinero –apuntó– será para fungible y viajes, ya que hay que compartir los resultados con otros compañeros". Para llegar hasta aquí, destacó el físico, ha sido fundamental su consideración como investigador distinguido, con una carga docente muy reducida. Alonso agradeció públicamente por ello al departamento de Física, al área de Materia Condensada y a la Facultad de Ciencias. "Me pusieron muchas facilidades. Ha sido increíble", reconoció. Las mismas que recibió del nuevo equipo rectoral, como así declaró. "Recuerdo que la primera visita que recibí cuando llegué al vicerrectorado –manifestó Antonio Fueyo– fue la de Pablo muy preocupado por el espacio. Y le dije: ‘Tú dedícate a la investigación que del papeleo y los espacios ya me ocupo yo’. Porque para eso estamos aquí".

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