La carrera de Abelardo toma impulso con el Real Madrid. Ya lo hizo como jugador, cuando Txutxi Aranguren lo hizo debutar como inesperado centrocampista para tapar la progresión de Míchel (que lograría marcar un gol) en el primer partido de la temporada 89-90. Aquel día el Madrid logró la victoria por 2-0 en el Santiago Bernabeu. El experimento no salió demasiado bien y Abelardo quedó en la recámara hasta que García Cuervo tomó el mando del equipo y le dio continuidad. Fue el despegue definitivo para una carrera que alcanzó su cénit en el FC Barcelona y en la selección española con la que disputó 54 partidos y ganó una medalla de oro olímpica.
Como entrenador, el Pitu sigue una trayectoria meteórica. Asumió el reto del primer equipo en uno de sus momentos económicos más críticos. Sin apenas fichajes y con el único objetivo de la permanencia, logró ilusionar al sportinguismo hasta consumar un ascenso histórico. Este domingo debutará como entrenador de Primera División y, de nuevo, lo hará ante el Real Madrid. La novedad es que esta vez tendrá el respaldo de sus seguidores.
El reto para esta temporada es apasionante. Con un equipo plagado de guajes, que han demostrado ser capaz de competir como hombres, Abelardo asume el desafío de la permanencia. El club, a pesar de la sanción impuesta por la Liga que le impedía fichar, ha sabido maniobrar con la Liga y los grandes clubes europeos y ha conseguido las cesiones de Omar Mascarell del Real Madrid y de Sanabria de la Roma. En los próximos días podría confirmarse el aterrizaje de Alen Halilovic, procedente del Barcelona. Los tres son futbolistas jóvenes que parece que pueden integrarse bien en el vestuario rojiblanco, a pesar de que proceden de grandes equipos en las que todo tiene una dimensión monumental. Abelardo y sus buenos contactos han tenido mucho que ver. El Pitu se ganó el derecho a entrenar en Primera con un ascenso histórico.
