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El análisis del partido

Confirmación cum laude

El Sporting ratificó al máximo nivel su condición de equipo muy difícil de ganar

Confirmación cum laude

El Sporting vuelve por todo lo alto a la Primera División, categoría en la que puede reclamar con todos los derechos la categoría de histórico. Regresaba del exilio en Segunda con el marchamo de equipo poco menos que imbatible y el calendario le deparó de entrada contrastar esa reputación con el rival más difícil, el Real Madrid, un equipo que no solo encabeza la clasificación histórica de la Liga sino supera en cien veces el presupuesto de los gijoneses. Y el Sporting no solo superó esa difícil prueba sino que se hizo acreedor a un sobresaliente cum laude, que incluso pudo ser una nota más alta, pues marcó el único gol del partido, aunque el árbitro no lo viera.

A la altura de Abelardo

El Sporting hizo frente al Madrid el alarde más evidente de la confianza que, como equipo, ha adquirido en sí mismo, que es la que ha sido capaz de imbuirle su entrenador. Los méritos de Abelardo son tan evidentes que nadie puede discutirlos, pero es no menos evidente que los jugadores rojiblancos se esfuerzan por estar a la altura de su entrenador. El partido de anoche fue una prueba concluyente. Ante los galácticos madridistas el Sporing desechó plantear marcajes al hombre. Ese reconocimiento de inferioridad hubiera sido un error pero hace falta mucha autoestima para negarse a pagar esa cuota de miedo. Y este Sporting la tiene, y sobrada. Planteó el partido de equipo a equipo, haciendo valer las cualidades que acreditó sobradamente la pasada temporada. Renunció a dar la batalla en el medio campo, porque hubiera supuesto dar espacios para la tremenda velocidad de las estrellas madridistas. Y esperó a su rival atrás, con tanta concentración como intensidad. No por de ello dejó de intentar las contras. Le salieron pocas veces, pero pudieron ser decisivas. Además del gol no reconocido de Sanabria, Carmona logró otra cabezazo con honores de gol que se escapó por poco. Pero el empate tuvo sabor a victoria y El Molinón, fervoroso como pocas veces se ha visto, la identificó como tal, con un apoyo emocionante que se convirtió en fiesta al final.

El Madrid, en busca de autor

Seguramente fue bueno para el Sporting que el contraste siempre difícil con el Madrid se produjera cuando el equipo madridista inicia una transición que se asocia a la llegada de un nuevo entrenador. La principal innovación de Benítez parece consistir por ahora en darle un nuevo papel a Gareth Bale, el fichaje más caro de la historia del club. Ayer no produjo frutos decisivos, quizá porque el Sporting hizo una contraprogramación adecuada, o tal vez porque hacen falta otros ajustes. Al Madrid le sobra calidad, pero necesita encajar bien tanta abundancia. Bale es tal vez más un jugador de banda que de centro. El impecable Kroos da equilibrio y seguridad al equipo, pero no imaginación ni dinamismo, algo que sí aporta Modric. Y James tiene demasiada precisión e imaginación como para no ser considerado como imprescindible, un puesto que se esfuerza en reclamar Isco, con su fuerza, su habilidad y su ambición. Seguramente el ataque madridista mejorará con Benzema, de cuya aportación se beneficiará Cristiano Ronaldo, cuyas enormes cualidades nadie puede negar, pero que, en la etapa culminante de su carrera, parece haber renunciado definitivamente a convertirse en un jugador total para centrarse en ser el máximo goleador de los goleadores.

Un Sporting reconocible

El Sporting se convirtió la pasada temporada en un equipo reconocible por su fiabilidad. Podía pensarse que el acceso a una categoría mucho más difícil lo desfigurase. La prueba de ayer no pudo ser más concluyente en sentido contrario. Fue un equipo intenso y solidario, con dos centrales, Bernardo y Luis Hernandez, magníficos en todo, unos laterales, Lora e Isma López, entregados y ambiciosos, dos pivotes, Sergio y Cases, con tanta abnegación como sentido táctico, un jugador de gran oficio, como Carmona y otro, Gueerero, que crece al tiempo que aumenta su generosidad. A Jony, sin jugar mal, no le sopló ayer la inspiración.En cuanto a Sanabria, se hubiera coronado con su gol, de un auténtico rematador, pero, a falta de ese éxito puntual, dejó muchos detalles prometedores.

Un gran Cuéllar

Era inevitable que el partido reservara un papel decisivo a Cuéllar. Y así acabó ocurriendo. Lo mejor que puede decirse del portero del Sporting fue que estuvo a la altura requerida, con una actuación que dio a su equipo la confianza que necesita. El Madrid tiró once veces entre los tres palos y siempre encontró al portero sportinguista bien colocado, con las ideas claras para intentar el rechace o el blocajes y con una seguridad impresionante para llevar a la práctica esas decisiones. Isco, primero, y Cristiano Ronaldo, después, le pusieron a prueba varias veces y siempre resolvió con una abrumadora solvencia. Pero tal vez sus intervenciones decisivas fueron ante Bale. La del minuto 11 del primer tiempo fue quizá determinante. El galés se escapó tras un buen pase de Modric y la rápida salida de Cuéllar logró desviar el balón hacia un lateral, con pérdida de ángulo de tiro. Un gol a esa altura del partido tal vez lo hubiera cambiado todo. La otra intervención decisiva fue en el minuto 17 del segundo tiempo, en un córner lanzado por Isco desde la derecha que Bale cabeceó a mansalva, aunque hacia el centro de la portería, donde el portero rojiblanco grapó el balón con apabullante superioridad.

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