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Siempre hacia adelante

Una derrota para la esperanza

La fortaleza del equipo y su mejoría en ataque permiten ser optimistas

Al fin del mundo se llega con cinta aislante, una llave sin fin y la regla de tres, que sirven para casi todo. Si aplicamos la fórmula matemática al fútbol, podemos aclarar la situación del Sporting en el inicio de esta campaña en Primera. El silogismo sería: si el Español perdía por 3 goles ante el Real Madrid en el minuto 20 y le cayeron 6, y el Sporting empató con los blancos en 90 minutos de juego, ¿qué equipo es mejor, el asturiano o el catalán? La respuesta sería arbitraria e irrelevante por todos esos factores subjetivos que convierten al fútbol en una ciencia inexacta. Pero puede ser muy esclarecedora de la categoría con la que los gijoneses afrontan la temporada.

El Sporting ha mostrado en los tres primeros partidos en Primera la misma fortaleza defensiva, táctica y competitiva que le llevó al ascenso desde Segunda. Y lo ha hecho ante tres equipos que le superan en presupuesto y plantilla, que no en juego, coraje e ilusión. No se descompuso en ninguno de ellos, como le ocurrió al Español ante el Madrid con los primeros envites blancos. El partido del Valencia debe considerarse una derrota dulce, agridulce para quienes no se hayan repuesto del mazazo de perder en el último suspiro. El Sporting cayó de forma injusta, pero como dijo el entrenador valencianista, en el fútbol hay goles, no justicia.

La misma que nos niegan partido a partido los comentaristas televisivos. Revisando la grabación del encuentro del sábado (uno tiene sus vicios) pude escuchar atónito, en el minuto 15, que era el Valencia quien se acercaba con peligro y malas intenciones al área sportinguista y eso era muy peligroso porque tenía mucha pegada. Y lo dijo cuando el Sporting había generado ya tres ocasiones claras de gol por ninguna del rival. El resto de la narración discurrió con el mismo guión: ensalzamiento de los méritos valencianistas, que no se deben negar, y el casi total ninguneo de los gijoneses. ¿O seré yo que lo escucho con oídos perversos y viciados?

El Sporting perdió el primer partido en Primera, el tercero en un año de competición. ¿Y qué? El balance es abrumadoramente positivo. No cabe examen de conciencia alguna. Ni dudas entre o sobre los jugadores. El margen de crecimiento del equipo, con la base ya conocida, las nuevas incorporaciones y la sabiduría de Abelardo y su cuadro técnico no alcanza horizonte. No se necesita ni cinta aislante para amarrar desconchones ni llave sin fin para cerrar fugas. Sólo cabe realizar los ajustes para acoplarse, adaptarse, creérselo y seguir compitiendo.

Si volvemos a la ecuación podemos plantear que si el Sporting mantiene la fortaleza de Segunda, los nuevos jugadores le dan el plus de calidad deseado y genera ya numerosas ocasiones en ataque (ante el Valencia tantas como ante el Real Madrid y la Real Sociedad), el resultado no puede ser otro que la llegada del ansiado gol. Pero esto es matemática y en el fútbol hay que meterlos.

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