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El Sporting se pone en hora

El juego del equipo de Abelardo tiene siempre un componente emocional que le hace dominar el inicio y el final de los partidos - Los rojiblancos, que ya han recibido tres goles decisivos por pérdidas en la salida del balón, pagan el peaje de su nuevo estilo

Lora y Bernardo se abrazan tras el gol del colombiano a pase del lateral. J. J.

Los goles en el último suspiro tienen una dosis de fortuna, pero cuando el fenómeno se repite sirven para definir a un equipo. El Sporting de Abelardo siempre ha sido, y seguramente siempre lo será, un equipo marcadamente emocional, por más que esta temporada su juego dibuje la ambición de evolucionar hacia un fútbol de más toque, de posesiones largas, de asumir el papel protagonista. Podría decirse que, en los peores momentos, a los guajes se les hincha la vena. El Sporting sale sin freno a los partidos, con el hambre del que quiere comerse el mundo y exprime los encuentros hasta el instante mismo del pitido. De los diez goles marcados por los rojiblancos, cuatro han llegado antes del minuto diez, otros tres se marcaron después del minuto 85.

El hambre de los guajes. A la plantilla rojiblanca le ha costado mucho llegar a Primera División. La mayoría son jóvenes, fuertes, intensos y, sobre todo, ambiciosos. El Sporting empieza los encuentros quemando rueda. El Sporting ha marcado cuatro goles en los primeros diez minutos de partido (los dos de Sanabria en Riazor, el de Halilovic en Cornellá y el de Bernardo ante el Granada) y uno más pasado el cuarto de hora (el de Carlos Castro al Betis). La mitad de los goles del Sporting han llegado en torno al primer cuarto de hora.

El último minuto, no es el final. Para el Sporting no hay minutos de la basura. Los rojiblancos nunca firman la rendición, cuando caen lo hacen luchando. La prueba más evidente es el encuentro del pasado lunes, en el que los guajes lograron levantar un encuentro en el que tenían una desventaja de dos goles en el minuto 87. Como tampoco es un equipo conformista, en Cornellá logró la victoria en el tiempo añadido. Cuando otros equipos ya se dejan ir, el Sporting sigue remando. Es una seña de identidad, se llama coraje.

Y en medio, una larga travesía. Al Sporting se le hace complicado gestionar el centro del partido. Los rojiblancos reciben casi todos sus goles en el tramo final del primer tiempo y en la primera mitad del segundo. Entre los picos de euforia llega el valle. En Primera División, al Sporting le cuesta mantener la solidez defensiva de la temporada anterior.

El peaje del nuevo estilo. Con el ascenso de categoría y el engranaje defensivo bien mecanizado, el juego del Sporting ha evolucionado hacia un mayor control de la pelota y del partido. El juego directo y vertical de la temporada anterior ha dejado paso a un producto más elaborado. El Sporting elabora más el juego y crea muchas más ocasiones que la campaña anterior. La adaptación al nuevo estilo incluye un elevado peaje. El Sporting ha perdido algunos balones comprometidos que le han costado caros. Le sucedió contra el Valencia, en una acción que le costó el partido, ante el Betis, y dos nuevos errores empinaron el duelo con el Granada, de nuevo cuando el Sporting tenía ventaja en el marcador. Los rojiblancos tienen coraje para remontar marcadores adversos, pero también dificultades para defender su ventaja.

La lesión que más duele. Todas las lesiones merman al equipo, pero cuando se rompió Sanabria, Abelardo supo que había perdido al jugador más difícil de sustituir. Más allá de los goles que pueda anotar el paraguayo, faceta en que Carlos Castro y Guerrero tienen mucho que decir, Sanabria es mucho más que rematador. Es una salida para el equipo. Ningún otro jugador de ataque es capaz de bajar el balón, retenerlo y ponerlo en juego como lo hace el paraguayo, dando tiempo a la incorporación de la segunda línea. Sin el paraguayo sobre el césped, al Sporting le cuesta ganar posiciones en campo enemigo. Bernardo, que acabó como delantero ante el Granada, consiguió dejar sueltos algunos balones peligrosos.

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