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El análisis

De la abnegación, la luz

La calidad de Halilovic hizo rentable la resistencia del Sporting ante un Málaga que dominó pero fue incapaz ante el gol

Si de la necesidad hay que saber hacer virtud, en un partido al que los dos contendientes llegaban acuciados, la virtud consistía en perder la virginidad, pues cada equipo estaba en la décima jornada de Liga con algo intacto y no precisamente por gusto. Quien lo consiguió fue el Sporting, que al fin logró en El Molinón esa victoria que tanto se le resistía. El Málaga, en cambio, sigue sin marcar un gol fuera de casa. Durante varias fases del partido los malagueños encerraron al Sporting en su zona defensiva, casi en su área, pero ni lograron hacerle un gol ni crearon verdaderas ocasiones. En cambio, el Sporting, aparentemente agobiado, marcó una vez y tuvo hasta cuatro ocasiones de gol clarísimas. No fue casualidad que en cuatro de esos lances definitorios interviniera de forma decisiva Halilovic, que es capaz de convertir en luz la energía que surge de la abnegación de su equipo.

El cero como virtud

Fue significativo que la primera victoria del Sporting en casa llegó en el segundo partido en el que conseguía dejar su marcador a cero, el primero tras el enfrentamiento con el Madrid. Todo el equipo rojiblanco trabajó para ello, aunque en la fase final del encuentro el peso recayó de modo especial sobre los defensas de oficio. Pero el resto siempre aportó mucho. Por ejemplo, en el primer tiempo hubo dos magníficas ayudas defensivas de Jony. Pero tal vez el mejor quite fue el de Isma López, en el minuto 24 del segundo tiempo, cuando rebañó desde atrás, con la precisión de un cirujano, el balón con el que Charles avanzaba hacia la portería de Cuéllar para conseguir lo que parecía un gol seguro.

Cinco ocasiones

Pero el Sporting no se limitó a ser yunque. También supo ser martillo y, más que eso, estilete. Frente a esa ocasión abortada del Málaga, el Sporting fue capaz de crear cinco ocasiones clarísimas. Una de ellas terminó en gol. Dos, en el larguero de la portería malacitana. Y las otras las desbarató Kameni. En cuatro de ellas tuvo protagonismo Halilovic, como iniciador o culminador, o ambas cosas a la vez.

Bernardo, líder de la defensa

Si el éxito defensivo del Sporting fue colectivo, su líder fue, una vez más, Bernardo, uno de esos jugadores que hacen y transmiten. Su seguridad en el juego aéreo va en paralelo a su espectacularidad. Arriesga mucho, pero gana casi siempre. Como en una jugada en el primer tiempo en la que acudió desde muy lejos a un balón y llegó en el momento justo a interceptar su trayectoria. Muy bien complementado por Luis Hernández, menos espectacular pero muy seguro, los dos componen un escudo que es vital para el Sporting. Ayer lo demostraron una vez más.

El Málaga, sin gol

Nadie podrá acusar al Málaga de rendirse a su suerte. Ni siquiera, de resignarse a sus limitaciones, la principal de ellas su ineficacia ante el gol. Pero durante muchos minutos los malaguistas tuvieron el balón y llegaron a someter al Sporting a un cerco agobiante, sobre todo en una amplia fase del segundo tiempo, en la que la entrada de Duda y Espinho complementó el buen trabajo de Recio. El Málaga buscó entonces la entrada por las bandas, sobre todo la izquierda, donde Lora sufrió mucho. Pero ese trabajo resultó infructuoso porque no llegó a culminar en remates realmente peligrosos. El reaparecido Cuéllar no necesitó ser esta vez el héroe de su equipo.

Resistencia y reacción

Para convertir su resistencia en algo operativo el Sporting necesitó capacidad de reacción. Los momentos del mayor agobio le llegaron cuando no supo hacer otra cosa que quitarse el balón de encima. Los más felices, cuando fue capaz de encontrar un resorte para salir a la contra. Se lo aportó casi siempre Sergio, generoso en el esfuerzo como siempre y, a veces, tan atrevido como inspirado para emprender largas aventuras con el balón. Mascarell, serio y contundente, supo entonces guardarle las espaldas, como le complementó con acierto en el resto del partido.

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