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Las decepciones suelen traer días duros

En días como éstos, con la dura derrota del domingo en El Molinón, menos dura, eso sí, que la del sábado del Real Madrid en su cancha ante un Barcelona imperial, como el Bizcocho del Alvabusto del que disfrutaban Víctor Alperi, Raimundo Peña y algunos amigos más; en días como éstos, decíamos, no queda otra que sintonizar el canal historia. Para recordar, por ejemplo, aquella conversación entre un presidente del Hércules de Alicante, entonces en Primera, y el vicepresidente del Real Madrid, Raimundo Saporta. El primero le comentó a éste que iban a echar al entrenador. "No haga usted eso, que las siguientes protestas se volverán contra usted", le respondió Saporta. Y así fue: el presidente no hizo caso, echó al entrenador y a los quince días tuvo que presentar la dimisión tal era el nivel de protesta contra el palco.

Florentino Pérez seguro que conoce la historia y sabe que ahora mismo Rafael Benítez es el débil dique que frena la marea de quejas dirigidas al palco por una afición blanca que lleva demasiadas decepciones seguidas. Desde la Décima, ni una alegría en condiciones en forma de título de primer nivel. Decepciones como la del sábado hacen año en la moral de una hinchada que ve cómo los dispendios económicos sirven de poco. Ahora van a desaparecer durante varias semanas de las alineaciones Sergio Ramos, el hermano de René, y Marcelo. La racha de lesiones musculares, no es el caso del hermano de René, está sin explicar.

En territorios más cercanos, los rojiblancos, la decepción es de otro signo. En el mundo rojiblanco no hay dispendios económicos (los hubo, y de aquellos polvos vienen estos lodos), pero hay frustración porque el club no ha podido maniobrar en igualdad de condiciones con sus rivales a la hora de consolidar una plantilla joven en Primera. El Sporting del gran timonel está realizando una admirable temporada a pesar de la sangría de puntos que sufre en el Anfield del Piles. El equipo ha hecho partidos más que estimables por lo que la caída ante el Levante, colista hasta el domingo, fue más dolorosa si cabe. A rivales como los valencianos son a los que hay que ganar. De nada sirve el buen recuerdo del juego ante el Valencia, si al final se pierde también. Y de nada sirve la búsqueda de alguna que otra disculpa inútil en busca de justificar la dura derrota de la lluviosa mañana dominical. No son los mejores días del Sporting, más cuestionado que tras la derrota en el Nuevo San Mamés. Más cuestionado porque los objetivos futbolísticos se alcanzan ganando los partidos de casa.

Tras dos derrotas consecutivas (cero goles a favor y cuatro en contra), aparecen en el horizonte el Celta, que lleva el mismo balance (un gol a favor y siete en contra), y la UD Las Palmas, que parece haber recuperado el pulso tras la llegada al banquillo de Quique Setién. Cuentan que hizo un partidazo en Valencia. Cada uno tiene sus propios problemas.

Ahora, más que nunca, hay que mantener las buenas costumbres, y no digamos en martes, porque hoy es martes, aunque esto siga sin ser Bélgica; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿es cierto el malestar directivo con la alineación que el gran timonel decidió para el domingo y con algún que otro cambio?

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