La Mareona no conoce límites y la visita a Balaídos dio buena prueba de ello. Más de un millar de sportinguistas se plantaron en Vigo a pesar de las trabas impuestas por el Celta para la disposición de entradas, tras anunciar que solamente atenderían a los seguidores celestes. Una medida que provocó que el club no contara con representación en el palco presidencial ni en los actos previos al partido, con Quini como único portavoz pero lejos de la zona reservada a las autoridades. Los que pasaron por taquilla, desde primera hora del día de ayer, se encontraron con problemas para retirar las localidades más baratas, a un precio de 20 euros, al esgrimir el Celta que esa zona quedaba acotada por seguridad, y casi todos los sportinguistas fueron ubicados en pequeños grupos y de manera dispersa.

La Mareona tiró de ingenio para sortear las barreras impuestas por el Celta. Si las camisetas y bufandas rojiblancas tiñeron Vigo a lo largo de la jornada, llegada la hora del partido, muchos las camuflaron bajo sus chaquetas para evitar que se les impideira el acceso al campo. En cuanto a las entradas, la peña Redondo, de Bimenes, echó mano de sus contactos para a través de seguidores celestes disponer de localidades. Un camino que buena parte de los sportinguistas utilizó. Otros, como la peña La Madreña, de Nava, viajó con la intención de que en taquilla pudiera encontrar su lugar en Balaídos.

La prudencia primó en todos los casos, bajo una amplia presencia policial con unidades llegadas de la Jefatura Provincial de Asturias. Los autocares en los que viajó el sportinguismo incluso lucieron menores enseñas que en otras ocasiones. Y mientras la entidad viguesa dio la espalda al sportinguismo a lo largo de toda la semana, la afición local abrió sus brazos, en su mayoría, a la familia rojiblanca. Los componentes de la peña Casa Kilo, de Quintes, dieron fe de ello. Entre las calurosas bienvenidas, la del exrojiblanco Yago, afincado en Vigo, que acompañado de su hijo recibió al equipo en el hotel de concentración.