Jony no es un jugador para la indiferencia. Provoca entusiasmo o desespera. Ocurre así porque asume riesgos, que a veces parecen excesivos. Pero cuando acierta, no sólo es importante para su equipo, sino decisivo. Ayer fue fundamental. Por una parte, Intervino en los tres goles del Sporting. En el primero, con una jugada individual, con apoyo en Ndi para luego disparar a puerta y provocar el rechace de Javi Varas que aprovecharía Sanabria. En el segundo, tras una muy buena combinación con Isma López para luego hacer un buen recorte y centrar con fuerza y buena dirección con la derecha. Y el tercero, en una jugada en la que el árbitro Undiano Mallenco, aplicó de forma sobresaliente la ley de la ventaja, para llevarse sagazmente un balón que había peleado Carlos Castro, correr la banda y centrar perfectamente a la carrera, ahora con la zurda. Por si fuera poco, protagonizó la jugada clave del partido, al provocar la expulsión de Aythami, que no vio otra solución que derribarle al ver que se le escapaba tras cortar con sagacidad un pase de Culio. Y aún hizo importantes ayudas defensivas, ninguna tan brillante como la que prosiguió con un gran pase a Halilovic. Ayer fue, sin discusión posible, un gran día de Jony en El Molinón. Seguro que lo necesitaban tanto él como la afición.
