"La suerte está cambiando, hoy vamos a ganar". La letra del nuevo tema de Antonio Orozco, una de las canciones que suenan en la megafonía de El Molinón antes de los partidos, se convirtió ayer en el mejor de los presentimientos. El Sporting puso fin a una racha de cuatro derrotas consecutivas ayudado, una vez más, por una afición que levantó a los guajes del Pitu en la segunda parte y marcó el camino hacia la victoria incluso antes de que los jugadores pisaran el césped. Algo más de un millar de sportinguistas les recibieron a su llegada al campo, recuperando una tradición que la pasada campaña dio un ascenso y ahora tiene como meta la permanencia. Los 22.665 espectadores que se dieron cita después, en el municipal gijonés, hicieron el resto.

"Vamos guajes". La pancarta colocada junto a la rotonda situada entre el fondo norte y la grada oeste envió el primer grito de guerra al autocar rojiblanco, pocos minutos después de las cinco de la tarde. Los futbolistas del Sporting observaban el gran recibimiento preparado por la afición mientras se aproximaban al acceso del aparcamiento del municipal gijonés. "Vamos, que hoy hay que ganar. Canta, hasta reventar", corearon los algo más de mil seguidores que esperaban a los guajes del Pitu. Entre ellos, también se pudieron ver camisetas amarillas, las del medio centenar de aficionados de la Unión Deportiva Las Palmas que acudieron a Gijón.

El apoyo de la grada también contó con matices puntuales, en forma de reprimenda. La reservada a Ndi, que jugaba su primer partido en casa tras casi ocho meses de ausencia por actos de indisciplina, que fue silbado cuando su nombre fue anunciado por la megafonía, en el momento de informar del once titular del Sporting. Un castigo que duró trece minutos, lo que tardó el público en premiar al camerunés, muy intenso, por una acción individual. El perdón definitivo llegó cuando fue sustituido, con amplios aplausos, sin ser unánimes, devueltos por el jugador. Y es que si el apoyo fue incesante, el triunfo ante la Unión Deportiva Las Palmas también fue aprovechado para las reconciliaciones. El otro nombre propio, en este aspecto, fue el de Jony. El cangués, la gran figura de la victoria ante el cuadro canario, cambió en apenas quince días los silbidos con los que fue despedido ante el Levante, por una ovación cerrada que hizo que muchos se pusieran en pie cuando Abelardo decidió sustituirle. En el capítulo de reconocimientos también hubo espacio para un veterano cuyo fútbol no entiende de gustos ni colores. Valerón también fue aplaudido al saltar al terreno de juego en la segunda parte, a pesar de que la Unión Deportiva apretaba y el marcador registraba todavía un inquietante empate.

Las tablas las rompió Sanabria, el hombre que hizo subir los decibelios con su primer tanto, y que acabó haciendo pleno con tres dianas que significan tres puntos. Fue el premio justo a un equipo que nunca perdió la fe gracias a que su afición siempre creyó en la victoria. Lo hizo antes del partido, lo demostró tras el empate de El Zhar, con más aplausos a los suyos, y también en los momentos en los que más apretó el rival.