Todos los partidos son importantes, pero el de sábado tiene algo de especial para Bernardo. El colombiano integró las categorías inferiores del Sevilla y debutó en el primer equipo, en 2010, en partido correspondiente a la Copa del Rey. Intentó hacerse un hueco en Nervión, sin suerte, y cinco años después de aquella primera vez vuelve convertido en todo un pilar de un Sporting pujante. Los reconocimientos a su importancia en el esquema de Abelardo le han servido para ser nombrado por la afición como mejor futbolista rojiblanco del mes de noviembre, sucediendo a Luis Hernández y Halilovic, que lo obtuvo en las últimas dos ocasiones.

"En Sevilla me formé como persona y futbolista. Guardo mucho cariño a esa etapa", aseguró en su día Bernardo, más allá de que su vuelta al Sánchez Pizjuán reserve algo de reivindicación. Y es que si la puerta del primer equipo se le cerró, la del Sporting se le abrió, de par en par, en enero de 2012. Llegó a Gijón en condición de cedido para pelear por un ascenso que se le resistió en el primer intento. Fue su segunda salida a préstamo, tras la vivida la campaña anterior en las filas del Racing de Santander. El caleño conservaba, entonces, la ilusión de ganar en experiencia para poder triunfar finalmente en el club hispalense. No fue posible.

En junio de 2013 rescindió su contrato con el Sevilla para incorporarse, definitivamente, al Sporting. Tampoco llegó el premio de regresar a Primera aquella campaña, pero en Gijón se topó con el entrenador que acabó por obtener su mejor rendimiento. Abelardo, un central sabedor de los secretos que implican el puesto, convirtió a Bernardo en un referente de su proyecto. Vital tanto en las acciones defensivas como en las jugadas de estrategia, la complicidad con el Pitu y el Sporting se culminó con el regreso a la máxima categoría, certificado, como no, en Sevilla, aunque fuera en territorio bético. La ciudad que tanto le ha dado en el fútbol, y que también le permitió conocer a su pareja, le espera ahora, quizá con lo oportunidad de mostrar la perla que olvidó el Pizjuán.