Aún cuando acaba el año fuera de los puestos de descenso, el Sporting sale tocado de Ipurúa, un campo donde los rojiblancos han sufrido históricamente. Sin llegar a ser trágica, la derrota de ayer ratifica la sensación de que la plantilla da para lo que da. A las puertas del mercado de invierno, Abelardo hará la próxima sesión de vídeo en la planta noble, para que intensifiquen el esfuerzo por traerle mejoras. Con tres puntos en los últimos cinco partidos (y el del Barcelona pendiente), los rojiblancos se van aficionando al funambulismo, que ya practican con cierta destreza.

El Sporting llegó a Éibar mermado por las ausencias de su sistema defensivo habitual. El equipo lo acusó en un segundo tiempo en el que la zaga cedió ante el empuje del Éibar. Se temía el juego directo, pero el conjunto armero desarboló al Sporting con la inspiración y el talento de Saúl Berjón, Keko y Verdi. Una línea que concentra el verdadero peligro del Éibar.

Las derrotas en Ipurúa tienen un plus que las vuelve más dolorosas. Siempre las envuelve ese aura de que pudo hacerse más. El Sporting sale perdiendo más que tres puntos, se deja parte de su solidez. Lo que toca, ahora es empezar el año con buen pie.