En la primera semana de enero de 1973, un chaval de 19 años llamado José Antonio Redondo García (Turón, 8-3-53) pasó de suplente de un equipo de Tercera División (Ensidesa) a titular de uno de Primera (Sporting) en un partido de la máxima rivalidad asturiana. El entrenador rojiblanco en la temporada 1972-73, Mariano Moreno, confió en aquel chaval turonés para sustituir en el centro de la defensa a todo un veterano, Alonso. Y debió convencerle porque se quedó en el primer equipo hasta 1985. Así que vivió la mejor etapa de la historia del club gijonés, de la que destaca otro momento inolvidable, el debut europeo frente al Torino. "Sólo nos faltó un título", se lamenta aún hoy.

Redondo, que había llegado al Sporting desde el Turón, empezó la temporada 1972-73 en el Ensidesa, que jugaba en aquella Tercera División equivalente a la Segunda B actual. El técnico del equipo avilesino, Toni Cuervo, apenas contaba con él, pero Redondo podía reivindicarse en los partidos de reservas que el Sporting disputaba entre semana, que incluían a jugadores cedidos como él. Hasta que, mediada la temporada, Mariano Moreno decidió incorporarlo a los entrenamientos del primer equipo definitivamente.

En la primera semana de enero, una lesión de Alonso, el titular en el centro de la defensa, le abrió de forma inesperada la puerta de la titularidad. Aunque se avecinaba un partido de rivalidad en el Carlos Tartiere, al técnico rojiblanco no le tembló el pulso: "En los entrenamientos empezó a probarme de central y el sábado me dijo que iba a jugar contra el Oviedo". Redondo compartió su felicidad con su familia, que se había trasladado a vivir a Gijón tras su fichaje por el Sporting pese a que su padre tenía su puesto de trabajo en Turón.

"Tenía que levantarse a las 6 de la mañana para coger el autobús que le llevaba a los talleres de Hunosa", destaca Redondo en reconocimiento a su padre, Antonio, que se había volcado con la carrera futbolística de su hijo. Él mismo había sido jugador y procuraba dar buenos consejos a José Antonio: "Me acuerdo de que después del partido de Oviedo me felicitó y me dijo que no me relajase, que aprovechara la oportunidad. Después, cuando ya estaba asentado en el equipo, siempre tenía un pero porque creía que podía hacer algo más".

Aquel domingo 7 de enero de 1973 hizo todo lo que pudo rodeado de futbolistas a los que admiraba. El Sporting formó en el Tartiere con Castro; Paredes, Redondo, Fabián (Megido, min. 46); Pascual, José Manuel; Herrero II (Fanjul, min. 68), Ciriaco, Quini, Valdés y Churruca. "Casi todos eran ídolos", recalca el turonés, especialmente agradecido a Tati Valdés, "que me ayudó mucho antes y durante el partido. Todos me felicitaron".

A Redondo le dolió la derrota, pero salió contento en el aspecto individual de un partido en el que se emparejó con una de las figuras del Oviedo, Marianín. "El ambiente del Tartiere me impresionó un poco porque para mí era algo inimaginable dar el salto a Primera División sin jugar en el Ensidesa. Pese a los nervios creo que cumplí bastante bien".

Redondo jugó como titular catorce de los 17 partidos de esa temporada, que se cerró con la visita del Oviedo en un partido agónico para el Sporting, que necesitaba la victoria para mantenerse en Primera División. Un gol de Quini en la segunda parte disparó la fiesta en El Molinón, aunque la incertidumbre se mantuvo hasta el último minuto, en el que Galán rozó el empate. Así que Redondo pudo disfrutar de la Primera durante el resto de su carrera, con el paréntesis de la temporada 1976-77. Fue un paso atrás para tomar impulso hacia el Sporting más brillante.

De esa época, con un subcampeonato de Liga y dos de Copa, Redondo elige otro momento inolvidable de su carrera: el partido del debut en la Copa de la UEFA, en El Molinón frente al Torino. Ese día, como en aquel primer partido en el Carlos Tartiere, Miera alineó a Redondo en el centro de la defensa, aunque en la memoria de los aficionados aparezca como el lateral derecho. "Siempre me trató muy bien", destaca sobre su relación con la hinchada. "Tengo la suerte de haber entrado en la historia del club junto a grandes jugadores", resume Redondo, que además de la falta de títulos con el Sporting lamenta la lesión de rodilla de 1979 que le cortó la progresión que le había situado a las puertas de la selección española.