La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Dos rapacinos de Pumarín

Luis Enrique se mostró más contenido en un partido de mucho sentimiento, mientras Abelardo lo vivió con más intensidad

Dos rapacinos de Pumarín

Abelardo y Luis Enrique escenificaron ante los medios la imagen de dos amigos que se reencuentran en la cima del mundo. El abrazo se reprodujo ante las cámaras, pero los dos amigos se encontraron dentro, en la intimidad del vestuario. Allí sí, fueron ellos mismos, se felicitaron mutuamente por sus éxitos, de los que también participa el otro. Luis Enrique vibra con las victorias rojiblancas y el Pitu celebra cada triunfo azulgrana.

En su vuelta a El Molinón se vio a un Luis Enrique contenido. Las manos siempre en los bolsillos de la trenca, abrochada hasta arriba, vestido de civil. Totalmente a la vanguardia de la moda catalana. En el otro banquillo, en chándal, con el plumífero del Sporting abierto y las manos en los bolsos del pantalón, Abelardo vivía el choque con más intensidad.

Abelardo vivió el partido de pie desde el inicio, mientras que a Luis Enrique no se le vio aparecer hasta el minuto 5. Algunas indicaciones y muchos aplausos a sus futbolistas, centraron la actividad de ambos. Abelardo, mucho más impulsivo, mostraba sus emociones en las jugadas más trascendentes. En Lucho dominaba el lenguaje corporal. Arqueaba el cuerpo hacia atrás en los momentos de tensión y sólo se permitió un mínimo gesto de rabia tras el col de Carlos Castro.

Durante el tiempo en que Jorge Meré fue atendido tras un choque con Lichnovsky, los dos amigos llamaron a sus jugadores. Abelardo se centró luego en apurar a los médicos para acelerar la vuelta del central. Pero el momento de máxima tensión se produjo en el segundo tiempo, tras el posible penalti de Arda Turán a Halilovic. Los jugadores azulgrana evitaron tirar la pelota fuera y se generó cierta tensión. Ahí sí asomó el carácter de Luis Enrique, para tranquilizar a los suyos y evitar que la sangre llegara al río.

Los dos entrenadores no interactuaron hasta el final del encuentro, cuando volvieron a abrazarse. Luego certificaron su amistar con el diploma que les acredita como embajadores de Gijón, Ciudad Europea del Deporte.

Han sido unos días muy emotivos para ambos. Acostumbrados a centrar el interés mediático, los dos entrenadores se emocionaron al rescatar la historia de dos vidas casi compartidas. "Abelardo es una persona importante, es mi amigo, es mi hermano", llegó a decir Luis Enrique en la previa del reencuentro. Al final de todo, son dos rapacinos de Pumarín que quizá un día, sentados en el patio del Elisburu, soñaron con una noche como ésta. Lo curioso del caso es que quizá los dos sueñen con el banquillo contrario.

Compartir el artículo

stats