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El Sporting mandó dos balones a los palos antes de remontar

El Sporting mandó dos balones a los palos antes de remontar

Fue el partido de los cambios. Abelardo, como había ensayado durante la semana, fortaleció el centro del campo con un trivote con Nacho Cases como hombre más adelantado y encargó a Pablo Pérez la tarea de martirizar a Filipe Luis. Ambos fueron de los mejores. Simeone por su parte, decidió la alineación pensando en cotas mayores. Dio descanso a algunos pesos pesados, que se unieron a las bajas obligadas. El muro se quedó más bajo esta vez, y el Sporting plantó batalla en el centro del campo y pisó con optimismo el área rival.

Durante casi una hora, el partido siguió el guión soñado por el Cholo. El Atlético contenía el empuje de un Sporting enrabietado sin pasar apuros. Los colchoneros tampoco se prodigaban en exceso, a la espera de que cayera su ocasión. Siempre cae. Esta vez llegó con polémica, en un error de Pablo Pérez, que arriesgó demasiado cuando Saúl estaba de espaldas a portería, y quizá de Gil Manzano. Saúl se relamió con una falta de perfil zurdo, pero Griezmann dijo que era suya y cerró cualquier debate futuro colocando el balón a la escuadra.

No pasó nada más, hasta el cambio de Abelardo. Era el minuto 55, cuando el Pitu tomó una decisión que le dio la vuelta al partido como un calcetín. A esas alturas, el Sporting jugada un 4-1-4-1, con Mascarell entre líneas y Sergio y Nacho Cases perdidos en las inmediaciones del área. Castro dio otra referencia y los guajes se pusieron al mando.

De pronto el equipo desplegó las alas. Isma Lopez empezó a doblar a Jony, que arrancó la moto. Por la derecha Carmona se hacía fuerte como vía alternativa. Fue a balón parado, como el Sporting se vino arriba. Sanabria tiró una falta al poste, marcó otra y la presión no cedió. El paraguayo, con una carrera increíble, sirvió a Carlos Castro un balón de gol, que acabó en el larguero, pero dejó al rival con diez por lesión de Giménez. Cuando Nacho Cases lanzó a Isma, se hizo el silencio. El navarro se inventó un pase precioso, a favor de la carrera de Jony que voló sobre la espalda de Gámez. Al primer toque, asistió a Castro que esta vez sí, embocó. El Molinón rugió en un grito de rabia, en un grito de vida.

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