Las vacaciones escolares, la pasión por el Sporting y el deslumbrante sol de la mañana de ayer llenaron Mareo de guajes. La novedad fue que esta vez se trataba de jóvenes aficionados rojiblancos ataviados con todo tipo de merchandising y no sólo de los pupilos de Abelardo. Así la escuela de fútbol se convirtió en un hervidero de carreras, gritos y juegos. Una vez concluido el entrenamiento, la actividad se concentró ante las dos puertas de salida del vestuario. Abelardo, que tuvo que cruzar varias veces el breve trayecto del edificio de vestuarios al de oficinas fue uno de los más solicitados. Aunque las grandes estrellas fueron Sanabria y Halilovic, por más que se demoraron en salir. En cuanto puso un pie fuera del vestuario, Halilovic se vio rodeado por una turba de pequeños sportinguistas, a la que atendió con una paciencia infinita. Los niños se fueron con una sonrisa y un buen recuerdo.