Un empate fuera de casa en condiciones normales suele ser casi siempre un buen resultado. Es un buen resultado si en la jornada siguiente el viajero gana su partido de casa. El empate de ayer en el Estadio de Gran Canaria de Las Palmas de Gran Canaria le queda corto al Sporting, que no sale del descenso y que ve cómo aumentan sus necesidades ante la llegada de un Sevilla que aspira a mucho en la Liga y en las otras dos competiciones que todavía disputa. El empate de ayer es otro empate contradictorio de un equipo contradictorio. Porque el Sporting ahora mismo es capaz de ofrecer el pobre primer tiempo de Las Palmas de Gran Canaria y, poco después. exponer su vitalidad en una segunda parte en la que no ganó por falta de acierto en el remate (ay, aquel remate de Sanabria) y por ciertas imprecisiones en el dichoso último pase. El punto no saca a los rojiblancos del descenso, pero, siempre que el Atlético de Madrid haga esta tarde los deberes ante el Granada, pone la salvación más cerca. El punto no saca de pobre al Sporting, pero deja la puerta de la esperanza, que habría quedado cerrada si el gol inicial de Bigas no hubiera sido equilibrado por el de Jony, que se acercó al jugador del primer tramo liguero.

El primer minuto fue fatídico para los intereses de la escuadra del gran timonel. Falta de Pablo Pérez y tarjeta amarilla en prueba del escaso respeto arbitral por el club rojiblanco, y cabezazo ganador del defensa insular. A remar por el Atlántico contra el viento y las corrientes dominantes. El juego del Sporting fue muy ramplón, damas y caballeros, señoras y señores diputados, a lo largo de una primera parte, en la que dio la impresión de que la mayoría de los jugadores no se daban cuenta de lo que estaba en juego, nada menos que la permanencia.

La UD Las Palmas, que lleva una impresionante racha de resultados, no fue capaz de cerrar el partido con otro gol. Y ahí pudo residir la apertura de la puerta de la esperanza. Esperanza que creció cuando a poco de iniciarse el segundo acto Jony se reencontraba con el gol. El Sporting se lanzó a por la victoria, con la presencia de Halilovic en lugar del amonestado Pablo Pérez. Sanabria tuvo la oportunidad de la victoria en un llegada en solitario, pero su remate se marchó fuera. El equipo no perdió la fe y se lanzó a por el gol, que no llegó porque ya no hubo más remate que uno del croata, desviado con enorme acierto por el portero Javi Varas. El Sporting empujó hasta el minuto final, con el consiguiente riesgo en los contragolpes locales, pero los canarios dieron la impresión de que tenían bastante con el punto que les asegura la permanencia. Otra contradicción del empate: a los de casa los llenaba, a los visitantes les sabía a poco. Los locales llevan una racha envidiable en el tramo final de la competición, los dichosos diez últimos partidos que exigía Luis Aragonés, mientras que el Sporting echa en falta la lozanía que mostró en sus buenas rachas que tantas ilusiones crearon. La ilusión no está perdida, pero se frena porque se sabe que la cuestión pasa por ganar en El Molinón y ahora mismo el estadio gijonés es el problema. Al descanso de ayer nuestro augur favorito, el genio de Ujo Maxi Rodríguez, insistía en la salvación. El que vino después a lo mejor le da la razón.