El Sporting da un paso corto, pero algo se mueve. El empate en Las Palmas no colma ni de lejos las aspiraciones rojiblancas, pero al menos el segundo tiempo mitiga las malas sensaciones iniciales. Al descanso el equipo parecía muerto, pero la entrada de Halilovic, el gol de Jony y la necesidad de victoria levantaron a un Sporting que tuvo el triunfo en las botas de sus dos futbolistas con más calidad técnica. Sanabria, el hombre gol por antonomasia, no embocó la ocasión más clara del mundo y Javi Varas le sacó a Halilovic un remate bien intencionado.

Que quede bien claro, que aquí nadie tira la toalla y que la cuenta de los diez puntos sigue saliendo, con la obligación ahora de ganar en Getafe, al Éibar y a Sevilla o Villarreal. Nadie tira la toalla, pero los paños ondearon a media asta durante 45 minutos. Más que por el resultado, por la pobre imagen que ofreció el Sporting ante un Las Palmas al que tampoco pareció irle la vida en el encuentro. Las dudas comenzaron con la alineación de Abelardo y el golpe del tempranero gol de Bigas, en otra estrategia mal defendida por los rojiblancos, acabó por derrumbar al equipo.

Abelardo dio ayer un giro excesivo a la trama. El viernes habló de exprimir a la plantilla y poner a los mejores. Parecía abrir la puerta de la titularidad a Halilovic, que demostró en el segundo tiempo que el técnico se equivocó. La apuesta por Guerrero fue una sorpresa mayúscula que no salió bien. No se duda del delantero, que seguramente se ha merecido un protagonismo mayor. Se duda de la apuesta por un jugador sin ritmo de competición en un partido de máxima exigencia y urgencia para el equipo. Abelardo ha demostrado muy poca confianza en Guerrero esta temporada. Como prueba se presentan los pocos minutos del toledano y la ausencia de una oferta de renovación. Fue una apuesta de riesgo.

El resto del equipo fue el esperado, con el pequeño matiz de la continuidad de Pablo Pérez en el once. Esta vez, pegado a la banda derecha. El chico lo intentó, que ya es algo, pero le faltó presencia. Abelardo rectificó a medias al descanso. Puso a jugar a Halilovic, pero lo alejó del área, donde es mucho más determinante y mantuvo a Guerrero sobre el césped. El croata cambió el partido por completo, ayudado por el rápido gol de Jony, en una gran acción individual del extremo. Halilovic estuvo en todo lo bueno que hizo el Sporting, atemorizó a la defensa canaria que le vigiló hasta con cuatro futbolistas, tuvo una buena ocasión para empatar y sirvió la gloria en bandeja a su socio habitual Sanabria.

Por más veces que se vea repetida la jugada, cuesta entender cómo el balón pudo irse fuera, apenas a unos centímetros de la portería de Varas. El fútbol es un deporte de momentos y Sanabria está muy lejos de su mejor estado de forma. Como lo está el equipo en general, que parece incapaz de ganar a nadie, pero tiene que sumar tres triunfos más para que el sueño del ascenso no se vuelva pesadilla.

Es cierto que el Sporting mejoró en el segundo tiempo, que atropelló (más intensidad que juego) a Las Palmas y que generó tres buenas ocasiones que se fueron al limbo. Con los mejores jugadores sobre el césped, el Sporting fue mejor, pero no alcanzó para ganar a un Las Palmas que se empleó lo justo para cubrir el expediente. A la vista del primer tiempo, el empate parece bueno, pero, analizado con cierta perspectiva, la realidad es que al Sporting se le fue ayer una gran ocasión de salir del infierno. Habrá más y habrá que aprovecharlas.

Bastó con muy poco para que el Sporting encontrara el viento de cara. Una falta innecesaria de Pablo Pérez, severamente castigada con una amonestación más que exagerada, dio paso a un error todavía más grave. Jonathan Viera puso un balón tocado y venenoso al segundo palo. Bigas se las arregló para deshacerse de Sergio con un bloqueo y llegar libre de marca para cabecear a placer, picado y junto el palo. Inalcanzable para Cuéllar.

El Sporting quedó muy tocado. Durante muchos minutos el equipo fue un alma en pena. La realidad fue que no logró reaccionar en todo el primer tiempo que, ayudado por el conformismo canario, se convirtió en un bodrio dramático para el sportinguismo. Al descanso, el equipo era la imagen viva de la desesperación.

Abelardo dio campo a Halilovic en el descanso, aunque lo hizo en la banda. Antes de que el croata cogiera velocidad, despegó Jony. El extremo lo intentó todo, aunque le faltó precisión en los pases, pero fue una flecha en la jugada del gol. Aprovechó un saque de Cuéllar para irse contra Lemos, al que desbordó por fuera y marcó de tiro raso. Un gol digno del Jony de los buenos tiempos, cuya vuelta será vital para la permanencia.

Isma se sumó a la fiesta y Halilovic desplegó su juego. El Sporting pasó a tener dos bandas, abrió el campo y Las Palmas quedó a merced de algún contragolpe fruto de las ansias de los rojiblancos. A los guajes les cuesta un mundo traducir su dominio en ocasiones claras y, cuando lo hace, le cuesta aprovecharlas. Cuando no falla un pase, falla un remate o acierta un portero.

El Sporting del segundo tiempo tiene muchas opciones de conseguir la permanencia a poco que se le afile el instinto. La lección que deja la visita a Las Palmas es que para conseguir los objetivos hace falta ser un poco más ambicioso. Abelardo sacó ayer dos delanteros, es cierto, pero apostó por Guerrero, el atacante que más trabajo le garantiza. El miércoles los rojiblancos juegan otra final. El paso de ayer fue corto, pero la pelea continúa y estos guajes nunca se rinden.