El cántico que pregunta a un aficionado del Sporting cuándo va por la calle si es del Barcelona o del Madrid cobró más sentido ayer que nunca. La afición del conjunto rojiblanco levantó ayer la cabeza orgulloso y dijo por los cuatro costados que es "del Sporting a morir". Daba igual que se jugase el título de Liga a la misma hora del entrenamiento de puertas abiertas en El Molinón, porque más de 6.500 aficionados quisieron ir a dar el último aliento a los suyos antes del decisivo partido de esta tarde ante el Villarreal.

Al grito de "Sí se puede" recibió la afición al equipo en una sesión de trabajo suave, con carrera continua, rondos, ensayo de juegas de ataque y partidillos en un espacio reducido, pero que hicieron disfrutar de lo lindo a la afición rojiblanco. Cada gol se celebraba como si fuese una permanencia.

Con apenas diez minutos de retraso sobre las seis de la tarde empezaron a entrar con un goteo constante los jugadores al campo, en un ambiente de optimismo. "Porque este año, seguimos en Primera, y pobre del que quiera, robarnos la ilusión", bramó todo El Molinón.

Finalmente no hubo que abrir más sectores del campo, pero la Tribuna Oeste dejó muy pocos asientos libres. El flujo de aficionados fue constante durante todo el entrenamiento. Incluso al final hubo más espectadores que al inicio. "Nos salvamos seguro", señaló Alejandro Navarro, socio del equipo. "Confiamos en el Betis a muerte", apuntaron a su lado un grupo de jóvenes con pancartas de ánimo. En el fondo sur estuvieron algunos miembros de la Peña UltraBoys, y en el centro de la Tribunona, los peñistas de la 1905, que fueron los encargados de iniciar todos los cánticos.

En el fondo norte había dos pancartas de apoyo, una decía "Si el amor es una razón para la lucha, no hay batalla más digna que esta". Y la otra iba dirigida a un jugador. "A por tus 250 partidos defendiendo este sentimiento. Gracias Lora".

Para muchos, una de las mayores alegrías del entrenamiento fue ver a Luis Hernández vestido de corto. "Es una tranquilidad, es un seguro de vida, y lo necesitamos para los saques de banda", destacó Antonio Merino, que acudió junto a sus hijos Luis y Pedro a disfrutar del entrenamiento. Aunque uno de los momentos de la tarde fue cuando, tras una hora de trabajo, Bernardo se retiró al banquillo para dar por finalizado su entrenamiento. Y se ganó la gran ovación de La Mareona, que echa de menos al colombiano.

Con el partidillo final llegaron los gritos de "Sporting, Sporting"- Una entrañable despedida acompañó a la plantilla a su marcha al vestuario. Y la afición comenzó a creer en su sueño: el de la permanencia en Primera.