Luis Hernández siempre se ha caracterizado por ser un jugador serio, entero, trabajador y una de las voces autorizadas del vestuario. Todo el año evitó hablar de temas extradeportivos, y ayer siguió en la misma línea al finalizar el partido, ya que tampoco comentó nada sobre su futuro. Lo que sí se vio fue un Luis humano y muy cercano a una afición con la que ha vibrado los últimos años. Por eso ayer, hasta en un par de ocasiones, a Luis Hernández se le saltaron las lágrimas.

"Al equipo le ha acompañado la fortuna, hemos hecho nuestro trabajo y nos ha acompañado la suerte que nos faltó en otras fases de la temporada. Hemos pasado momentos muy duros en los que hemos sufrido la plantilla y la afición. No he podido contener las lágrimas; me llevo un recuerdo muy bonito del partido", destacó un Luis Hernández que también recordó que poco después "me volví a emocionar con los aplausos de la gente".

El central madrileño apuntó, cuestionado sobre su actuación y su futuro, que "no es el día para hablar de individualidades, que la gente pase un buen verano, disfrute del día y se sienta orgulloso de este Sporting", y resaltó de nuevo a renglón seguido que "es un día para disfrutar del equipo y para celebrarlo".

Luis Hernández vibró hace un año con el ascenso en el Benito Villamarín una vez que el Lugo marcó al Girona en el descuento. Ayer volvió a sentir ese cariño de una afición ante la que pudo jugar su último partido, ya que acaba contrato el próximo 30 de junio y su futuro apunta al Leicester. "Siempre he dicho que para mí es un orgullo jugar en este club, desde el primer día sentí el cariño, calor y respeto de la afición", apuntó.