El Sporting va tomando ritmo casi al mismo tiempo que va perdiendo jugadores. Los rojiblancos desplegaron su mejor fútbol en la derrota de ayer ante el Río Ave, encuentro que servía como presentación ante su público del equipo luso, y en el que Lora, Moi Gómez y Burgui no participaron por arrastrar molestias musculares. La carga física, la dureza del equipo portugués y la permisividad del arbitraje provocó que Abelardo tuviera que lamentar tres bajas más, la de Castro, Pablo Fernández y la de Sergio, la más grave, al sufrir una posible rotura del recto anterior del muslo derecho que complica su presencia para iniciar la Liga.

La mejor versión del Sporting en tierras portuguesas se vio en el Estadio dos Arcos. Nacho Cases engrasó la maquinaria y echó a andar al equipo en la primera parte ante un rival que disputaba su séptimo amistoso veraniego con un balance de una derrota, un empate -ante el todopoderoso Oporto- y cuatro victorias. El Río Ave, que la semana que viene disputa la ida de la previa de la Liga Europa ante el Slavia de Praga esperaba arrollar a los rojiblancos desde el inicio, pero se encontró el cuadro luso que en los primeros compases fue Isma López quien, en una de sus arrancadas habituales, abrió a izquierda a Víctor Rodríguez, que centró al corazón del área dejando a Pablo Fernández en franquía para marcar. El candasín se apuró, terminó pisando el balón y perdió toda la ventaja. El tropiezo le costó hasta un tirón muscular que le obligó a ser retirado, dando entrada a Jaime Santos. Insistía el Sporting, que giraba alrededor de Nacho Cases, y al que, en el inicio, parecía venirle bien el cabreo por el casero arbitraje. La rabia por las decisiones de Armando Mendes se empleaba en una mayor intensidad en defensa y en una marcha más en la circulación de balón.

No logró traducir el buen juego en goles el equipo gijonés. Otra vez sufrió en las acciones a balón parado y fue en una falta lateral en la que, tras un balón colgado en la que Mariño no se entendió con los centrales, Yazalde peinó.casi a la altura del área pequeña, para estrenar el marcador. Lo peor vendría después. Sergio se retiró lesionado elevando a cinco la nómina de damnificados tras la semana en Portugal. La segunda parta añadiría uno más.

No hubo carrusel de cambios en el descanso por parte del Sporting, sí por el Río Ave, que presentó un once prácticamente nuevo. La única variación fue la enrada de Cuéllar relevando a Mariño. Un retoque que propició que los rojiblancos siguieran gustándose, con un buen fútbol que únicamente oscureció la permisividad del árbitro portugués, para el que cualquier choque que tuviera como infractor un jugador del Río Ave pasaba desapercibido. La actitud del colegiado volvió a encender a los de Abelardo, pero esta vez, conscientes ya de las consecuencias de lo que se estaba gestando en la enfermería.

Una entrada a Castro fue la gota que colmó el vaso. El mierense sufrió un rodillazo en los riñones en un balón dividido que levantó a todo el banquillo rojiblanco y sumó al de Ujo a la lista de bajas, ya que no pudo continuar sobre el terreno de juego y su puesto fue ocupado por Canella. Las protestas de los futbolistas del cuadro gijonés acabaron con la única amonestación del partido, que recibió Cuéllar, y caldeó el ambiente. El público luso no sólo afeó el malestar de los visitantes, también el que llegaba desde la grada en la que se colocó medio centenar de sportinguistas.

El visible gesto de preocupación de Abelardo en el banquillo, que empezaba a conocer la gravedad de la lesión de Sergio, no cambiaba a pesar de que el Sporting tuvo varias oportunidades para lograr el empate. Los rojiblancos se despiden de Portugal con el buen sabor de boca de haber dado un paso al frente a nivel de fútbol, y la amargura de perder a uno de los pilares del proyecto. A falta de un mes para el inicio de Liga, toca acelerar en el campo y en los despachos.