El campo más antiguo de España puede pasar a tener un nombre compuesto. En realidad se tratará más bien de un apellido comercial que siga al nombre de El Molinón. Ésta es una de las líneas de captación de ingresos extraordinarios en las que trabaja el Sporting y que ha levantado un enorme revuelo entre su masa social por las connotaciones sentimentales que conlleva el llamado templo rojiblanco. Son las miserias del fútbol moderno. El caso del Sporting, si es que se sustancia, que aún no existe ninguna propuesta en firme, no será el primero, ni el último en sucumbir a los encantos económicos del "naming". Lo único que existe hasta ahora es un sondeo de las agencias de publicidad con las que trabaja el club. Se buscaría un acuerdo a diez años, con una marca neutra, que no dañase la imagen del club ni de la ciudad. El precio de salida oscila entre 1,5 y 2 millones de euros por temporada.

El proceso es largo. Lo más complicado es encontrar una empresa que acometa una inversión de tanto calado. A continuación, haría falta el consentimiento del ayuntamiento, dueño de la instalación que utiliza el Sporting en régimen de alquiler. El consejo de administración rojiblanco elabora una estrategia para conseguir ese consentimiento si se diera el caso de tener un patrocinador. Se manejan varias ideas, pero lo principal es que ese acuerdo comercial repercuta de alguna forma en la ciudad o, incluso, en el fútbol base.

En la actualidad, el Sporting acaba de rubricar un convenio con el fútbol base (120.000 euros) que supone un incentivo para los equipos modestos de la ciudad y que podría verse mejorado por esta vía. Lo que está claro es que la operación no podría llevarse a término sin el visto bueno municipal. El posible patrocinio del estadio se desvincula de la petición del club para transformar el alquiler simbólico de El Molinón en una concesión. Desde el club se remarca que nunca se daría este paso sin el visto bueno municipal. El Sporting sigue a la espera de que la conceja de Hacienda, Ana Braña, lleve al pleno municipal la renovación del alquiler del campo al Sporting, puesto que el club entiende que ya cumplió todos los requisitos solicitados desde antes del final de la temporada anterior.

El patrocinio del campo no es la única fuente de ingresos en que trabaja el club a través de distintas agencias de publicidad. Por esta vía, llegó el patrocinador chino a la espalda de la camiseta. Las agencias también han recibido el encargo de buscar un patrocinador principal para la elástica rojiblanca, toda vez que el acuerdo con el Ayuntamiento para lucir en el pecho el nombre de la ciudad a cambio de 600.000 euros concluye esta temporada. Hasta ahora, este dinero venía convirtiéndose en una especie de intercambio entre el club y el ayuntamiento para amortizar la recompra de las marcas por parte del Sporting. La conclusión del convenio publicitario no va vinculada a la extinción de la deuda del club. El Sporting tendrá que seguir desembolsando los plazos pendientes hasta completar los 3,7 millones acordados con el entonces gobierno municipal en diciembre de 2009.

El club busca ahora anunciantes privados que permitan mejorar los ingresos por esta partida. Para lograrlo, ha encargado a distintas agencias de publicidad la búsqueda de anunciantes privados. La nueva realidad económica del Sporting, que aparece como un club en vías de alcanzar el saneamiento, permite llegar a nuevos patrocinadores.

Por el momento no se ha puesto ningún nombre sobre la mesa, ni para el estadio ni para la camiseta. Al no haber una propuesta concreta, sino sólo un interés por conocer la disposición del club a este tipo de operaciones, el consejo de administración rojiblanco aún no ha informado al ejecutivo local.

La reacción del sportinguismo y de los distintos portavoces municipales no se ha hecho esperar. La reacción ha sido muy crítica con la posibilidad de vincular una firma comercial a El Molinón.