Ante el novísimo (en Primera) Leganés el Sporting ofreció dos caras: brillante e ilusionadora durante bastantes minutos del primer tiempo y decepcionante en buena parte del segundo. En cierto modo, ocurrió algo parecido a lo de tres semanas atrás, ante el Athletic: un partido que al final de los 45 primeros minutos parecía encaminado a una cómoda victoria sportinguista acabó dando paso a un triunfo apurado de los locales, con ribetes angustiosos, como tantos de la pasada temporada. Es demasiado pronto para preguntarse cuál de las dos impresiones prevalecerá en hechos a lo largo de la temporada, pero para un ejercicio de anticipación, siempre provisional, pueden seguirse algunas pistas. La del pragmatismo indica que, al margen de otras consideraciones, el equipo se muestra eficaz: al final de la tercera jornada de Liga suma siete puntos, que es un balance excelente. La de las sensaciones pondría el acento en la muy estimable capacidad tanto para presionar como para construir que ofreció el equipo en el primer tiempo, ambas a un nivel superior al de la temporada pasada. Pero también, en la objeción de que se descompuso con demasiada facilidad. Juntándolo todo, y dando tiempo al tiempo, sigue prevaleciendo la sensación de que este Sporting parecer mejor.

Un buen primer tiempo

Lo pareció, sobre todo, en la primera parte, en que llegó a funcionar como un bloque, tanto para conseguir el balón como para jugarlo. El público local supo percibirlo bien, pues aplaudió tanto las jugadas de recuperación como las de despliegue. En las primeras fue muy apreciable la colaboración de todos los rojiblancos, sin excepciones, para aislar al jugador pepinero que llevaba el balón para arrebatárselo después. Y en las jugadas de ataque brillaron la rapidez y la precisión. Ese Sporting eficaz y brillante, a fuer de intenso y solidario, encontró, además, la colaboración de la suerte en forma de errores del rival. En el primer gol influyó un grave fallo de Mantovani. Y en la jugada del penalti Timor se precipitó en la entrada a Víctor Rodríguez. Pero quien mandaba en el partido, y claramente, era el Sporting.

De Víctor a Víctor

Todo parecía resuelto al llegar al descanso. Y esa impresión seguramente se hubiera confirmado si en el minuto 55 Víctor Rodríguez hubiera aprovechado la clarísima oportunidad que surgió de un forcejeo de Cop al borde del área del Leganés, en la que el croata no sólo consiguió el balón sino que inventó un pase de oro al barcelonés. Víctor, el rojiblanco, se encontró solo y de cara al portero, pero, quizá por querer asegurar, se demoró en resolver y dio tiempo a que su tocayo Víctor Díaz llegara por detrás y le rebañara el balón.

La hora del Leganés

El 3-0 a favor del Sporting hubiera cerrado el partido. Tres minutos más tarde un gol de Rico abría de par en par las puertas al Leganés para que pudiera meterse de lleno en él. El Sporting perdió entonces el control. Por cansancio o por desconcierto dejó de presionar en bloque y, por tanto, de recuperar el balón en campo contrario. Sus intentos de ataque pasaron a originarse cada vez más atrás y a perder eficacia, tanto que en lo que restaba de partido no llegaría ni una sola vez a puerta. Por suerte para sus intereses, su defensa mantuvo el tipo. El Leganés, mejorado por los cambios -sobre todo, la entrada de Omar-, utilizó bien las bandas, que el Sporting no acertó a cerrar, pero no tuvo profundidad ni puntería para rentabilizar sus aproximaciones. Dispondría de la última en el tiempo de prolongación, cuando Alberto Martín tuvo el balón en los pies al borde del área de meta rojiblanca y tiró alto.

Babin, la novedad

En el Sporting la presencia de Babin era una novedad doble, por su presentación oficial en El Molinón y porque sustituía a Meré, que vio el partido desde el banquillo. El francés, rocoso y ágil, estuvo contundente en defensa y procuró no complicarse la vida con el balón. En caso de duda jugó siempre con Cuéllar. De sus intervenciones defensivas lo mejor fueron quizá dos anticipaciones a centros desde la banda.

Moi Gómez se hace notar

Otras novedades rojiblancas lo eran menos en sentido estricto, pero en el Sporting de este año son tantas las caras nuevas que lleva su tiempo hacerse a ellas. Ayer fue seguramente el día de Moi Gómez. Rápido, hábil y decidido, mostró que puede hacer daño al rival por las dos bandas. Contribuyó al primer gol del Sporting y tuvo su momento estelar en el minuto 28, cuando, tras una gran diagonal, desmarcó a Burgui, cuyo centro fue rematado por Cases con serio peligro para la portería del Leganés.

Matinal de emociones

El partido hizo un hueco a las emociones. Antes de comenzar el juego se rindió un homenaje póstumo al socio número uno del club, José Trabanco, y al entrenador de base del Lenense, Keko Escalada. El locutor del partido anuncia en casos como éste "un minuto de silencio", pero por fortuna, es algo más, pues lo que suena por la megafonía del estadio es la hermosa melodía procedente de la marcha procesional del gaitero Antón el Neñu, interpretada por Vicente el Pravianu, que los árbitros se empeñan en mutilar, al no dejar que suene completa la frase musical. La emoción se hizo presente también en el minuto 64, cuando Guerrero dejó el terreno de juego para ser sustituido por Machis. La ovación con que El Molinón despidió a quien fuera jugador del Sporting hasta la temporada pasada fue tan unánime como sentida, como sin duda merecía un jugador que ha dejado huella por su entrega.